Ezequiel

En el año trigésimo, en el mes cuarto, a cinco del mes, sucedió que estando yo en medio de los cautivos junto al río Cobar, se me abrieron los cielos, y tuve visiones divinas, o extraordinarias.

Esta visión era una semejanza de la gloria de Dios. Yo la tuve, y me postré atónito sobre mi rostro, y oí la voz de un personaje que hablaba; y me dijo a mí: Hijo de hombre, ponte en pie y hablaré contigo.

Y me dijo el Señor: Hijo de hombre, come cuanto hallares; come ese volumen, y ve a hablar a los hijos de Israel.

Y tú, hijo de hombre, toma un ladrillo y póntelo delante; y dibujarás en él la ciudad de Jerusalén ,

Y tú, ¡oh hijo de hombre!, toma una navaja de barbero afilada, y afeitarás con ella tu cabeza y tu barba; y coge después una balanza y harás la división del pelo.

Y me habló el Señor, diciendo:

Y me habló el Señor, y dijo:

Y sucedió en el año sexto, el sexto mes, el día cinco, que estando yo sentado en mi casa, estándolo alrededor mío los ancianos de Judá, súbito se hizo sentir sobre mí la virtud del Señor Dios.

Y gritó el Señor con gran voz a mis oídos, diciendo: Se acerca la visita o castigo de la ciudad, y cada uno tiene en su mano un instrumento de muerte.

Y miré, y vi que en el firmamento o extensión que había sobre la cabeza de los querubines apareció sobre ellos como una piedra de zafiro, que figuraba a manera de un trono o solio.

Me arrebató el espíritu, y me condujo a la puerta oriental del templo del Señor que mira hacia el oriente, y vi que a la entrada de la puerta había veinticinco hombres, y vi en medio de ellos a Jezonías, hijo de Azur, y a Feltías, hijo de Banaías, príncipes del pueblo.

Y me habló el Señor, diciendo:

Me habló de nuevo el Señor, y me dijo:

Y vinieron a encontrarme algunos de los ancianos de Israel, y se sentaron junto a mí.

Me habló de nuevo el Señor, diciendo:

Me habló el Señor, diciendo:

Me habló nuevamente el Señor, diciendo:

Tú ponte a endechar por los príncipes de Israel,

Y sucedió que en el año séptimo, en el quinto mes, a diez días del mes, vinieron algunos de los ancianos de Israel a consultar al Señor, y se sentaron enfrente de mí.

Y me habló el Señor, diciendo:

Me habló el Señor nuevamente, diciendo:

Me habló el Señor nuevamente, diciendo:

Me habló el Señor en el año noveno del cautiverio, en el mes décimo, a diez del mes, diciendo:

Me habló de nuevo el Señor, diciendo:

Y sucedió que en el año undécimo del cautiverio, el primer día del mes, me habló el Señor, diciendo:

Me habló de nuevo el Señor, diciendo:

Me habló nuevamente el Señor, diciendo:

En el año décimo, en el décimo mes, a los once días del mes, me habló el Señor, y dijo:

Me habló nuevamente el Señor, diciendo:

En el año undécimo, en el mes tercero, el día primero del mes, me habló el Señor, y dijo:

En el año undécimo, el día primero del duodécimo mes, me habló el Señor, diciendo:

Me habló nuevamente el Señor, diciendo:

Me habló nuevamente el Señor, diciendo:

Me habló el Señor nuevamente, diciendo:

Mas tú, ¡oh hijo de hombre!, profetiza acerca de los montes de Israel, y dirás: Montes de Israel, escuchad la palabra del Señor.

La virtud del Señor se hizo sentir sobre mí, y me sacó fuera en espíritu del Señor; y me puso en medio de un campo que estaba lleno de huesos.

Me habló el Señor diciendo:

Ahora tú, oh hijo de hombre, profetiza contra Gog, y dirás: Esto dice el Señor Dios: Heme aquí contra ti, ¡oh Gog, príncipe y cabeza de Mosoc y de Tubal!

El año vigésimo quinto de haber sido llevados al cautiverio, al principio del año, a los diez días del mes, catorce años después que la ciudad fue arruinada, en aquel mismo día se hizo sentir sobre mí la virtud del Señor, y me condujo allá a Jerusalén .

Y me introdujo el ángel en el templo y midió los postes, que tenían seis codos de anchura por un lado y seis codos por otro; lo cual era la anchura del Tabernáculo antiguo.

Y me sacó del templo al patio de afuera por el camino que va hacia el norte; y me introdujo en las cámaras que estaban enfrente del edificio separado, y delante de la casa o templo por la parte que miraba al norte.

Y me condujo el ángel a la puerta del atrio exterior que miraba al oriente.

Y el ángel me hizo volver hacia la puerta del santuario exterior, la cual miraba al oriente, y estaba cerrada.

Y cuando comenzareis a repartir la tierra por suerte entre las familias, separad como primicia para el Señor una parte de tierra, que se consagre al Señor, de veinticinco mil medidas o codos de largo, y diez mil de ancho, santificado quedará este espacio en toda su extensión alrededor.

Esto dice el Señor Dios: La puerta del atrio interior que mira el oriente estará cerrada los seis días que son de trabajo; mas el día del sábado se abrirá, y se abrirá también en el día de las calendas.

Y me hizo volver hacia la puerta de la casa del Señor; y vi que brotaban aguas debajo del umbral de la casa hacia el oriente, pues la fachada de la casa miraba al oriente, y las aguas descendían hacia el lado derecho del templo, al mediodía del altar.

Y he aquí los nombres de las tribus desde la extremidad septentrional, a lo largo del camino de Hetalón para ir a Emat; el atrio de Enán es el término por la parte de Damasco al norte a lo largo del camino de Emat; y el lado oriental y el mar terminará la porción de la tribu de Dan.