Ezequiel, 11
[1] Me arrebató el espíritu, y me condujo a la puerta oriental del templo del Señor que mira hacia el oriente, y vi que a la entrada de la puerta había veinticinco hombres, y vi en medio de ellos a Jezonías, hijo de Azur, y a Feltías, hijo de Banaías, príncipes del pueblo. •
Estos veinticinco varones que componían el senado eran los jueces o alcaldes de los veinticuatro carteles en que estaba dividida la ciudad. Con su presidente se reunían en la puerta del templo. Je. 26, 10.
[2] Y me dijo el Señor: Hijo de hombre, éstos son los varones que meditan la maldad; y forman en esta ciudad pésimos designios,
[3] diciendo: ¿No han sido edificadas hace poco varias casas? Esta ciudad es la caldera, y nosotros las carnes. •
[4] Por tanto, profetiza contra ellos, profetiza, ¡oh hijo de hombre!
[5] Y vino sobre mí el Espíritu del Señor, y me dijo: Habla: Esto dice el Señor: Vosotros habéis hablado así, ¡oh familia de Israel!, y yo conozco los pensamientos de vuestro corazón.
[6] Vosotros habéis muerto a muchísimos en esta ciudad y llenado sus calles de cadáveres. •
[7] Por tanto, esto dice el Señor Dios: Aquellos que vosotros habéis muerto y arrojado en medio de la ciudad, ésos son las carnes; y ella, (la ciudad) es la caldera; mas yo os echaré fuera de ella. •
2Rs. 25, 21; Je. 39, 6; 52, 9.
[8] Temisteis la espada de los caldeos, pues la espada enviaré yo sobre vosotros, dice el Señor.
[9] Y os arrojaré de la ciudad, y os entregaré en poder de los enemigos, y ejercitaré mi justicia sobre vosotros.
[10] Al filo de la espada pereceréis; en los confines de Israel os juzgaré a vosotros, y conoceréis que yo soy el Señor. •
[11] No será esta ciudad la caldera para vosotros, ni seréis vosotros en medio de ella las carnes; en los confines de Israel haré yo la justicia en vosotros.
[12] Y conoceréis que yo soy el Señor; por cuanto no habéis vosotros procedido según mis mandamientos, ni observado mis leyes, sino que habéis seguido los ritos de los gentiles que viven alrededor vuestro. •
[13] Y acaeció que mientras estaba yo vaticinando, cayó muerto Feltías, hijo de Banaías. Y yo me postré sobre mi rostro, gritando en alta voz, y diciendo: ¡Ay, ay, Señor Dios, ay! ¿Quieres acabar tú con los restos de Israel? •
[14] Y me habló el Señor, diciendo: •
[15] Hijo de hombre, a tus hermanos, a los hermanos tuyos, y a tus parientes, y a todos los hombres de la casa de Israel les dijeron esos moradores de Jerusalén : Andad lejos del Señor, a nosotros se nos ha dado en posesión esta tierra. •
[16] Por tanto esto dice el Señor Dios: Si yo los envié lejos entre las naciones, y los dispersé en países extraños, yo mismo les serviré de santuario en ese breve tiempo, en el país a donde fueron. •
El castigo o los trabajos que Dios les envía.
[17] Por eso les dirás: Así dice el Señor Dios: Yo os recogeré de entre las naciones, y os reuniré de los países por los cuales habéis sido dispersados, y os daré la tierra de Israel.
[18] Y volverán a ella los hijos de Israel, y quitarán de allí todos los escándalos y todas las abominaciones. •
[19] Y yo les daré un corazón unánime, e infundiré un nuevo espíritu en sus entrañas, y les quitaré el corazón que tienen de piedra, y les daré un corazón de carne, •
[20] para que sigan mis mandamientos, y observen mis leyes, y las practiquen, con lo cual sean ellos el pueblo mío, y yo sea su Dios.
[21] Mas en cuanto a aquéllos cuyo corazón va en seguimiento de los escándalos y de sus abominaciones, yo los castigaré según merecen, dice el Señor Dios. •
[22] Extendieron luego los querubines sus alas, y los siguieron las ruedas, y la gloria del Dios de Israel iba sobre ellos.
[23] Se retiró, pues, de la ciudad la gloria del Señor, y se paró sobre el monte que está al oriente de la ciudad. •
[24] Y me cogió el Espíritu, y me condujo otra vez en visión, en espíritu de Dios, a la Caldea, en donde estaban cautivos los judíos; y desapareció de delante de mí la visión que yo había tenido.
[25] Entonces dije a los judíos cautivos todas cuantas cosas me había el Señor manifestado.