Deuteronomio
Estas son las palabras que habló Moisés a todo Israel antes de pasar el Jordán, en la campiña desierta, frente al mar Rojo entre Farán y Tofel y Labán y Haserot, donde hay minas de oro en abundancia,
Partidos de aquí, fuimos al desierto que guía al mar Rojo, como el Señor me había dicho; y anduvimos largo tiempo rodeando las montañas de Seir.
Tomando, pues, otro camino, nos dirigimos hacia Basán, donde nos salió al encuentro Og, rey de Basán, con toda su gente para darnos la batalla en Edrai.
Ahora bien, ¡oh Israel!, escucha los ritos y las leyes que yo te enseño, para que con su observancia tengas vida, y entres en posesión de la tierra que el Señor Dios de vuestros padres os ha de dar.
Moisés, pues, habiendo convocado a todo Israel, le dijo: Oye, ¡oh Israel!, las ceremonias y leyes que yo propongo a vuestros oídos en el día de hoy; aprendedlas y ponedlas en ejecución.
Estos son los preceptos, y ceremonias, y ordenamientos que me mandó el Señor Dios vuestro enseñaros, para que los observéis en la tierra que vais a poseer,
Cuando el Señor Dios tuyo te introdujere en la tierra que vas a poseer, y destruyere a tu vista muchas naciones, al heteo, y al gergezeo, y al amorreo, y al cananeo, y al ferezeo, y al heveo, y al jebuseo, siete naciones mucho más numerosas y robustas que tú,
Haz todo lo posible por cumplir exactamente los mandamientos que hoy te ordeno, para que podáis vivir y multiplicaros, y entrar en posesión de la tierra que prometió el Señor con juramento a vuestros padres.
Escucha, Israel: Tú estás hoy día a punto de pasar el Jordán para conquistar naciones grandísimas y más fuertes que tú, ciudades magníficas, y cuyos muros llegan hasta el cielo,
En aquel tiempo me dijo el Señor: Lábrate dos tablas de piedra semejantes a las primeras, y sube a mí al monte; y harás un Arca de madera.
Ama, pues, a tu Señor Dios, y observa en todo tiempo sus preceptos y ceremonias, sus leyes y mandamientos.
Estos son los preceptos y ordenanzas que debéis observar en la tierra que os ha de dar el Señor Dios de vuestros padres, para que la poseáis todos los días de vuestra vida.
Si en medio de tu pueblo se presentare un profeta, o quien diga haber tenido alguna visión en sueños, y pronosticase alguna señal o prodigio,
Portaos como hijos del Señor Dios vuestro: no hagáis en vuestra carne sajaduras, ni os cortéis el cabello por razón de un muerto.
Al séptimo año perdonarás las deudas,
Ten cuidado con el mes de los nuevos frutos, que es al principio de la primavera, para celebrar en él la Pascua del Señor Dios tuyo: por cuanto en este mes te sacó de Egipto tu Señor Dios durante la noche.
No sacrificarás a tu Señor Dios oveja o buey que tenga tacha o algún vicio: por ser esto abominable delante del Señor Dios tuyo.
Los sacerdotes y levitas, y cuantos son de esa tribu, no tendrán parte ni herencia entre los demás hijos de Israel; porque se han de sustentar de los sacrificios del Señor y de sus ofrendas;
Cuando el Señor Dios tuyo hubiere destruido las naciones, cuya tierra te ha de dar, y tú la poseyeres, y habitares en sus ciudades y casas,
Cuando salieres a la guerra contra tus enemigos, y vieres su caballería y carros, y hallares que su ejército es más numeroso que el tuyo, no los temas; pues el Señor tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, está contigo.
Cuando en la tierra, que tu Señor Dios te ha de dar, se hallare el cadáver de un hombre asesinado, sin que se sepa quién lo mató,
Cuando veas que un buey o una oveja de tu prójimo andan perdidos, no te pasarás de largo, sino que los conducirás a tu hermano.
El eunuco, cuyas partes han sido majadas, cercenadas o cortadas, no entrará en la iglesia o pueblo del Señor.
Si un hombre toma una mujer, y después de haber cohabitado con ella, viniere a ser mal vista de él por algún vicio notable, hará una escritura de repudio, y la pondrá en mano de la mujer, y la despedirá de su casa.
Si hubiere pleito entre algunos, y recurrieren a los jueces, adjudicarán éstos la palma de la justicia al que conocieren claramente que la merece; y al que vieren que es impío o injusto, le condenarán por la impiedad o injusticia.
Cuando hubieres entrado en la tierra cuya posesión te dará el Señor Dios tuyo, y la hayas obtenido, y habitares ya en ella,
Y Moisés con los ancianos de Israel, ordenó al pueblo, diciendo: Guarda todos los mandamientos que te comunico hoy.
Pero si oyeres la voz del Señor tu Dios, practicando y guardando todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, el Señor Dios tuyo te ensalzará sobre todas las naciones que pueblan la tierra.
Estas son las palabras de la alianza que mandó el Señor a Moisés ratificar con los hijos de Israel en tierra de Moab, renovando la que hizo con ellos en Horeb.
Según esto, cuando se cumpliere lo que te anuncio acerca de la bendición o maldición, que acabo de proponer ante tus ojos; y movido a penitencia tu corazón en medio de todas las naciones, entre las cuales te habrá esparcido el Señor tu Dios,
Fue, pues, Moisés, y habló todas estas cosas a todo Israel,
Oíd, cielos, lo que voy a proferir: escuche la tierra las palabras de mi boca.
Esta es la bendición que Moisés, varón de Dios, dio antes de su muerte a los hijos de Is-rael.
Subió, pues, Moisés de la llanura de Moab al monte Nebo, sobre la cumbre de Fasga enfrente de Jericó y le mostró el Señor toda la tierra de Galaad hasta Dan,