Josué
Y sucedió que después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, habló el Señor a Josué, hijo de Nun, ministro de Moisés, y le dijo:
Entretanto Josué, hijo de Nun, había enviado secretamente desde Setim dos hombres por exploradores, diciéndoles: Id y reconoced bien el terreno, y la ciudad de Jericó . Los cuales, partiendo del campamento, llegaron a Jericó y entraron en casa de una mujer pública, llamada Rahab, y se hospedaron en ella.
Josué, pues, levantándose antes del día, movió el campo y saliendo de Setim llegaron al Jordán él y todos los hijos de Israel, y se detuvieron allí tres días.
Luego que acabaron de pasar, dijo el Señor a Josué:
Luego que todos los reyes de los amorreos que habitaban a la otra parte del Jordán hacia el Poniente, y todos los reyes de los cananeos que poseían los países vecinos al mar grande o Mediterráneo, oyeron que el Señor había secado las aguas del Jordán, al presentarse los hijos de Israel, hasta que hubieron pasado, desmayó su corazón, y no quedó aliento en ellos, temiendo la entrada de los hijos de Israel.
Entre tanto Jericó estaba cerrada y bien pertrechada por temor de los hijos de Israel, y nadie osaba salir ni entrar.
Pero los hijos de Israel quebrantaron el mandamiento, y se apropiaron algo del anatema. Porque Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zaré, de la tribu de Judá, tomó alguna cosa de lo destinado al anatema; por lo cual se enojó el Señor contra los hijos de Israel.
Dijo después el Señor a Josué: No temas ni te acobardes: toma contigo toda la gente de guerra, y puesto en marcha sube a la ciudad de Hai; sábete que tengo entregado en tus manos su rey y el pueblo, y la ciudad y su territorio.
Divulgados estos sucesos, todos los reyes de la otra parte del Jordán adonde había pasado Israel, que vivían en las montañas, y en los llanos y en la costa del mar grande o Mediterráneo, como también los que habitaban junto al Líbano, el heteo, y el amorreo, el cananeo, y el ferezeo, y el heveo, y el jesubeo,
Mas como Adonisedec, rey de Jerusalén , hubiese oído que Josué había conquistado a Hai, y arrasádola (pues lo que había hecho con Jericó y su rey, lo mismo hizo con Hai y el rey de esta ciudad), y que los gabaonitas se habían pasado al partido de Israel y se habían aliado con ellos,
Al oír esto Jobín, rey de Asor, envió mensajeros a Jobab, rey de Madón, y al rey de Semerón, y al rey de Acsaf;
Estos son los reyes a los cuales derrotaron los hijos de Israel, y cuya tierra poseyeron a la otra parte del Jordán, hacia el oriente, desde el torrente de Arnón hasta el monte Hermón, toda la región occidental que mira al desierto.
Era Josué anciano y de edad avanzada, cuando el Señor le dijo: Tú estás viejo, y tienes ya muchos años; y queda por conquistar y dividir en suertes una tierra dilatadísima.
Esto es lo que poseyeron los hijos de Israel en la tierra de Canaán, según la repartición que hicieron el sumo sacerdote Eleazar, y Josué, hijo de Nun, y los príncipes de las familias en cada una de las tribus de Israel:
Ahora, pues, la porción que tocó por suerte a los hijos de Judá, según sus familias, fue esta: desde donde termina la Idumea, el desierto de Tsin, hacia el mediodía, y hasta la extremidad del lado meridional.
A los hijos de José tocó por suerte el territorio desde el Jordán enfrente de Jericó y desde sus aguas, hacia el oriente, hasta el desierto que sube de Jericó al monte de Betel;
Esta es la porción que tocó por suerte a la tribu de Manasés (primogénito que fue de José) o a Maquir primogénito de Manasés y padre de Galaad, que fue hombre belicoso, y poseyó el país de Galaad y de Basán,
Y se congregaron en Silo todos los hijos de Israel, y fijaron allí el Tabernáculo del Testimonio: y tenían sojuzgada la tierra.
La segunda suerte tocó a los hijos de Simeón, según sus familias; y su herencia
Habló el Señor a Josué y le dijo: Habla a los hijos de Israel, y diles:
Recurrieron los príncipes de las familias de Leví a Eleazar, sumo sacerdote, y a Josué, hijo de Nun, y a los caudillos de las familias de cada tribu de los hijos de Israel;
Por este tiempo convocó Josué a los rubenitas y gaditas, y a la media tribu de Manasés,
Pasado ya mucho tiempo, después que había el Señor dado paz a Israel, sojuzgadas todas las naciones circunvecinas; siendo ya Josué anciano y de edad muy avanzada,
Finalmente congregó Josué por última vez todas las tribus de Israel en Siquem; y llamó a los ancianos y príncipes, y jueces, y magistrados, y se presentaron delante del Señor.