Josué, 22
[1] Por este tiempo convocó Josué a los rubenitas y gaditas, y a la media tribu de Manasés, •
[2] y les dijo: Habéis cumplido todo lo que os mandó Moisés, siervo del Señor; y a mí también me habéis obedecido en todo;
[3] ni en tan largo tiempo hasta el día de hoy habéis desamparado a vuestros hermanos, observando el mandamiento del Señor Dios vuestro.
[4] Ahora, pues, que ya el Señor Dios vuestro ha dado sosiego y paz a vuestros hermanos como lo prometió, volveos e id a vuestras casas, y a la tierra de vuestra posesión, que os entregó Moisés, siervo del Señor, a la otra parte del Jordán. •
[5] Solamente os encargo que guardéis atentamente y pongáis por obra el mandamiento de la ley que os comunicó Moisés, siervo del Señor, que es de amar al Señor Dios vuestro, y seguir todos sus caminos, observar todos sus mandamientos y estar con él unidos, y servirle con todo el corazón, y con toda vuestra alma.
[6] Con esto les dio Josué su bendición, y los despachó, y se volvieron a sus casas. •
[7] Moisés había dado a la media tribu de Manasés su posesión en Basán; por eso a la otra mitad restante le dio Josué la herencia entre los demás hermanos suyos en este lado del Jordán, al poniente. En fin, al remitirlos a sus casas, después de bendecirlos, •
[8] les dijo: Vosotros volvéis a vuestras casas con mucho caudal y riquezas, cargados de plata y oro, de cobre y de hierro, y de toda suerte de vestidos: repartid con vuestros hermanos el botín de los enemigos. •
Que quedaron en Galaad.
Según mandó el Señor.
[9] Con esto los hijos de Rubén, y los hijos de Gad, y la media tribu de Manasés se separaron de los hijos de Israel que estaban en Silo, en el país de Canaán, y se pusieron en camino para volver a Galaad, país que poseían, y que les había señalado Moisés, conforme al mandamiento del Señor. •
[10] Llegados que fueron a las cercanías del Jordán en tierra de Canaán, edificaron a la orilla de dicho río un altar de grandísima magnitud. •
[11] Lo que oído por los hijos de Israel, y recibidas noticias ciertas de que los hijos de Rubén y de Gad, y la media tribu de Manasés habían edificado un altar en la tierra de Canaán en las cercanías del Jordán, enfrente de los demás hijos de Israel,
[12] se congregaron todos en Silo para ir a hacerles la guerra. •
[13] Entretanto enviaron hacia ellos a tierra de Galaad a Finees, hijo de Eleazar, sumo sacerdote,
[14] y con él a diez de los principales jefes, uno de cada tribu; •
[15] los cuales fueron a los hijos de Rubén, y de Gad, y a los de la media tribu de Manasés en la tierra de Galaad, y les dijeron:
[16] Esto nos manda deciros todo el pueblo del Señor: ¿Qué prevaricación es la vuestra? ¿Cómo habéis abandonado al Señor Dios de Israel, erigiendo un altar sacrílego y apostatando de su culto? •
[17] ¿Os parece aún poco el haber pecado con adorar a Beelfegor, y el que permanezca hasta hoy día entre nosotros la mancha de este delito, después de haber costado la vida a tantos de nuestro pueblo? •
Num 25.
[18] Hoy habéis vosotros abandonado al Señor, y mañana se ensañará su ira contra todo Israel.
[19] Que si creéis que es inmunda la tierra de vuestra posesión, mudaos a la nuestra en que está el Tabernáculo del Señor y venid a morad entre nosotros; mas no desertéis del Señor y de nuestra comunión , alzando un altar contra el altar del Señor Dios vuestro. •
[20] ¿No es así que por haber Acán, hijo de Zaré, traspasado el mandato del Señor, descargó su ira sobre todo el pueblo de Israel? Y él era un solo hombre, y ojalá hubiese perecido él solo por su atentado. •
[21] Respondieron los hijos de Rubén, y de Gad, y los de la media tribu de Manasés a los principales de Israel enviados a ellos: •
[22] El muy fuerte Señor Dios, Dios el Señor fortísimo sabe muy bien nuestra intención; y también Israel podrá conocerla: si es que con ánimo de apostatar hemos levantado este altar, no nos ampare el Señor, antes nos castigue al momento; •
[23] y si lo hemos hecho con el designio de ofrecer sobre él holocaustos, sacrificios y víctimas pacíficas, el mismo Señor nos lo demande y lo juzgue. •
[24] Muy al contrario: el pensamiento y designio que hemos tenido ha sido porque podrá suceder que algún día digan vuestros hijos a los nuestros: ¿Qué tenéis vosotros que hacer con el Señor Dios de Israel? •
[25] El Señor puso por lindes entre nosotros y vosotros, oh hijos de Rubén y de Gad, el río Jordán: y por tanto vosotros no tenéis parte en el Señor. Y con esta ocasión podrían vuestros hijos retraer a los nuestros del temor del Señor. Así que habiendo meditado sobre eso, •
[26] dijimos: Levantemos un altar, no para ofrecer holocaustos ni víctimas;
[27] sino para testimonio entre nosotros y vosotros, entre nuestra posteridad y la vuestra, de que también somos nosotros siervos del Señor, y tenemos derecho a ofrecer holocaustos, víctimas, y hostias pacíficas; a fin de que por ningún caso digan mañana vuestros hijos a los nuestros: No tenéis vosotros parte en el Señor.
[28] Que si se les antojare decirlo, podrán responderles: Mirad aquí el altar del Señor que levantaron nuestros padres, no para holocaustos, ni sacrificios, sino para testimonio entre vosotros y nosotros.
[29] Guárdenos el cielo de tal maldad que nos apartemos del Señor, y dejemos de seguir sus pasos, erigiendo un altar para ofrecer holocaustos, sacrificios y víctimas, fuera del altar del Señor Dios nuestro que está erigido delante de su Tabernáculo.
[30] Oídas estas razones, el sacerdote Finees y los principales del pueblo que los israelitas habían enviado con él, se apaciguaron y admitieron con suma satisfacción la respuesta de los hijos de Rubén y de Gad, y de la media tribu de Manasés.
[31] Y les dijo el sacerdote Finees, hijo de Eleazar: Ahora conocemos que el Señor está con nosotros, y no nos abandonará; puesto que estáis tan ajenos de semejante prevaricación, y que habéis librado a los hijos de Israel del temor de la justa venganza del Señor. •
[32] Después, dejando Finees a los hijos de Rubén y de Gad, se volvió con los principales del pueblo desde la tierra de Galaad, que confina con Canaán, a los hijos de Israel, y les dio cuenta de todo. •
[33] Y habiéndolo oído, quedaron satisfechos: y alabaron a Dios los hijos de Israel, y ya no hablaron más de salir contra ellos a hacerles guerra y asolar la tierra de su posesión.
[34] Y los hijos de Rubén y de Gad pusieron por título al altar que habían edificado: Testimonio nuestro de que el Señor mismo es el Dios nuestro y suyo. •