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Salmos, 43


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[1] Nosotros, oh Dios, hemos oído por nuestros propios oídos, nuestros padres nos han contado las obras que tú hiciste en sus días y en los tiempos antiguos.

[2] Tu mano extirpó de esta tierra las naciones, y los plantaste a ellos; tú abatiste aquellos pueblos, y los expeliste.

[3] Porque no conquistaron este país con su espada, y no fue su brazo el que los salvó; sino tu diestra y tu brazo, y la luz emanada de tu rostro; porque te complaciste en ellos.

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Referencia a las acciones victoriosas de Dios en la salvación de Israel. Js. 2, 9.

[4] Tú eres, tú mismo el rey mío y mi Dios; tú que decretas las victorias de Jacob .

[5] Con tu ayuda arrojaremos al aire y voltearemos a nuestros enemigos, y en tu Nombre despreciaremos a los que se levantan contra nosotros.

[6] Que no confiaré yo en mi arco, ni me salvará mi espada.

[7] Pues tú salvaste de los que nos afligían, y tú confundiste a los que nos odiaban.

[8] En Dios nos gloriaremos todo el día, y tu Nombre alabaremos para siempre.

[9] Mas ahora nos has desechado y cubierto de confusión; y ya no sales, oh Dios, al frente de nuestros ejércitos.

[10] Nos hiciste volver las espaldas a nuestros enemigos; y que fuésemos presa de los que nos aborrecen.

[11] Nos entregaste como ovejas para el matadero, y nos has dispersado entre las naciones.

[12] Has vendido a tu pueblo de balde; y no hubo concurrencia en su mercado o venta.

[13] Nos has hecho objeto de oprobio para nuestros vecinos, la mofa y el escarnio de los que nos rodean.

[14] Has hecho que seamos la fábula de las naciones y el ludibrio de los pueblos.

[15] Todo el día tengo delante de los ojos mi ignominia, y está mi rostro cubierto de confusión,

[16] oyendo la voz del que me zahiere y llena de vituperios, y viendo triunfante a mi enemigo y perseguidor.

[17] Todas estas cosas nos han sobrevenido; mas no por eso nos hemos olvidado de ti, ni hemos cometido iniquidad contra tu alianza.

[18] No se ha rebelado nuestro corazón, ni has permitido que se desviasen de tu senda nuestros pasos;

[19] aunque nos humillabas en un lugar de aflicción donde nos cubría una sombra de muerte.

[20] Si nos hemos olvidado del Nombre de nuestro Dios, y si extendimos las manos a un dios extraño,

[21] ¿por ventura Dios no nos pedirá cuenta de estas cosas? Porque él conoce los secretos del corazón.

[22] El hecho es que por amor de ti estamos todos los días destinados a la muerte; somos reputados como ovejas para el matadero.

[23] Levántate, ¡oh Señor!, ¿por qué haces como que duermes? Levántate, y no nos desampares para siempre.

[24] ¿Cómo es que retiras de nosotros tu rostro, y te olvidas de nuestra miseria y tribulación?

[25] Porque nuestra alma está humillada hasta el polvo; y estamos postrados en tierra, pegado nuestro pecho al suelo.

[26] Levántate, ¡oh Señor!, socórrenos; y redímenos por amor de tu Nombre.

Salmos, 43