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Josué, 2


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[1] Entretanto Josué, hijo de Nun, había enviado secretamente desde Setim dos hombres por exploradores, diciéndoles: Id y reconoced bien el terreno, y la ciudad de Jericó . Los cuales, partiendo del campamento, llegaron a Jericó y entraron en casa de una mujer pública, llamada Rahab, y se hospedaron en ella.

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Los hebreos al entrar a Jericó fueron a parar en la primera casa que se les puso delante, en la misma muralla de la ciudad. Hb. 11, 31; Tg. 2, 25.

[2] Y se dio aviso al rey de Jericó , y fuele dicho: Mira que unos hombres israelitas han entrado aquí de noche para reconocer el terreno.

[3] Con esta noticia el rey de Jericó mandó decir a Rahab: Saca fuera esos hombres que han venido a ti, y están metidos en tu casa; porque son espías que han venido a reconocer todo el país.

[4] Pero la mujer, habiéndolos escondido, respondió: Es verdad que vinieron a mi casa; mas yo no sabía de dónde eran,

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Rahab mintió, aunque su fe en el Dios de los hebreos es digna de alabanza. Para salvar a los dos exploradores, expuso su vida.

[5] y se salieron, siendo ya de noche, cuando se iban a cerrar las puertas, sin que yo sepa a dónde marcharon; corred aprisa en su seguimiento, que los alcanzaréis.

[6] Empero la mujer había hecho subir a los huéspedes al terrado de su casa, y los cubrió con haces de lino que allí había.

[7] Los hombres enviados fueron tras ellos por el camino que lleva al vado del Jordán, y luego que salieron, al punto se cerraron las puertas de la ciudad.

[8] Aún no dormían los que estaban escondidos, cuando he aquí que la mujer sube a ellos y les dice:

[9] Yo sé que el Señor vuestro Dios os ha entregado el dominio de esta tierra; porque el terror de vuestro nombre se ha apoderado de nosotros, y todos los habitantes del país están amilanados.

[10] Hemos oído que el Señor secó las aguas del mar Rojo para daros paso, cuando salisteis de Egipto; y la manera con que tratastéis a los dos reyes de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán, Sehón y Og, a los cuales habéis muerto.

[11] Estas nuevas nos han consternado; ha desmayado nuestro corazón y así que habéis llegado, hemos quedado sin aliento a vuestra entrada: porque el Señor Dios vuestro es el mismo Dios que reina arriba en los cielos y acá bajo en la tierra.

[12] Esto por supuesto, juradme ahora por el Señor que así como yo he usado de misericordia con vosotros, así también la usaréis vosotros con la casa de mi padre, y me daréis una contraseña de seguridad,

[13] con que salvéis a mi padre y madre, a mis hermanos y hermanas, y todos sus bienes, y los libréis de la muerte.

[14] Ellos le respondieron: A costa de nuestra vida salvaremos la vuestra, con tal que tú no nos hagas alguna traición; y cuando el Señor nos habrá entregado esta tierra, usaremos contigo de misericordia y cumpliremos fielmente nuestra promesa.

[15] Con esto los descolgó con una cuerda desde la ventana, pues estaba su casa pegada al muro.

[16] Pero antes les dijo: Marchaos hacia el monte; no sea que a la vuelta den con vosotros; y estad allí escondidos por tres días, hasta que hayan vuelto vuestros perseguidores, y entonces tomaréis vuestro camino.

[17] Le dijeron ellos: Nosotros cumpliremos fielmente el juramento que nos has exigido,

[18] si cuando entráremos en la tierra estuviere por contraseña esta cinta de color de grana, atada a la ventana por donde nos has descolgado, y hubieres tenido cuidado de reunir en tu casa a tu padre y madre y hermanos, y toda tu parentela.

[19] Mas si alguno se saliere o estuviere fuera de la puerta de tu casa, a él, y no a nosotros deberá imputarse su muerte; pero respecto de todos los que contigo estuvieren dentro de tu casa, recaerá su sangre sobre nuestras cabezas, si alguno los tocare.

[20] Pero si tú nos hicieres traición, y das a conocer este convenio, quedaremos desobligados del juramento que has exigido de nosotros.

[21] A lo que respondió ella: Como lo habéis dicho, así se hará. Y luego que los despidió y se fueron, colgó la cinta color de grana en la ventana.

[22] Ellos caminaron hasta llegar al monte, donde se detuvieron tres días, hasta que hubieron vuelto los que habían ido en su seguimiento; los cuales después de haberlos buscado por todo el camino, no los hallaron.

[23] Luego que éstos entraron en la ciudad, descendieron del monte los exploradores y se volvieron; y repasando el Jordán, llegaron a Josué, hijo de Nun, y le contaron todo cuanto les había sucedido,

[24] y le dijeron: El Señor ha puesto en nuestras manos toda esta tierra, y todos sus moradores están amilanados con el terror de nuestro nombre.

Josué, 2