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Isaías, 40


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[1] Consuélate, oh pueblo mío, consuélate, porque he aquí lo que me ha dicho vuestro Dios:

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Isaías había vaticinado la cautividad del pueblo hebreo en Babilonia y ahora lo consuela con la profecía de su libertad.

[2] Habladle al corazón a Jerusalén , alentadla, pues se acabó su aflicción; ya está perdonada su maldad; ella ha recibido ya de la mano del Señor al doble por todos sus pecados.

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Abundante gracia o suficiente castigo.

[3] Ya oigo la voz del que clama en el desierto. Aparejad el camino del Señor, enderezad en la soledad la senda de nuestro Dios;

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Mt. 3, 3; Lc. 3, 4.

[4] todo valle ha de ser alzado, y todo monte y cerro abatido; y los caminos torcidos se harán rectos, y los ásperos llanos.

[5] Entonces se manifestará la gloria del Señor, y verán a una todos los hombres que la boca del Señor Dios es la que ha hablado por los profetas.

[6] Oí una voz que me decía: Clama. Yo respondí: ¿Qué es lo que he de clamar? Clama, dijo, que toda carne es heno, y toda su gloria como la flor del prado.

[7] Se seca el heno y la flor cae, así que se dirige contra él el soplo del Señor... Verdaderamente es como heno todo hombre.

[8] Se secó el heno y cayó la flor; mas la palabra del Señor nuestro dura eternamente.

[9] Súbete sobre un alto monte tú que anuncias buenas nuevas a Sión; alza esforzadamente tu voz; ¡oh tú que hablas a Jerusalén !, álzala y no temas. Di a las ciudades de Judá: He ahí a vuestro Dios.

[10] He aquí que viene el Señor vuestro Dios con infinito poder, y dominará con la fuerza de su brazo. Mirad, él lleva consigo su recompensa para los que le sigan y tiene a la vista su obra de la redención del mundo.

[11] Como un pastor apacentará su rebaño, recogerá con su brazo los corderillos; los tomará en su seno, y llevará él mismo las ovejas recién paridas.

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En la Escritura se pasa fácilmente de la figura del rey a la del pastor y en ocasiones son sinónimas. 2Sm. 5, 2; Je. 3, 15; Jn 12.

[12] ¿Quién es aquel que ha medido las aguas del océano en el hueco de la palma de su mano, y extendiendo ésta ha pesado los cielos?; ¿quién es el que con sólo tres dedos sostiene la gran mole de la tierra, y pesa los montes y los collados como en una balanza?

[13] ¿Quién ayudó al espíritu del Señor?, ¿o quién fue su consejero, y le comunicó alguna idea?

[14] ¿A quién llamó él a consulta, o quién hay que le haya instruido a él, o le haya mostrado la senda de la justicia, o le haya comunicado la ciencia, o le haya hecho conocer el camino de la prudencia?

[15] He aquí que las naciones todas son delante de él como un gota de agua que se rezuma de un cántaro, y como un pequeño grano en la balanza. Asimismo las islas son como un granito de polvo.

[16] Cuantos árboles hay en el Líbano no bastarían para encender el fuego de su altar; ni todos sus animales para ser un holocausto digno de él.

[17] Todas las naciones de la tierra son en presencia suya como si no fueran, y como nada, y una cosa que no existe, así son por él consideradas.

[18] ¿A qué cosa, pues, habéis vosotros asemejado a Dios, o qué diseño trazaréis de él?

[19] ¿Por ventura la imagen o el ídolo no es obra de un fundidor?, ¿no es el platero de oro el que la ha formado de este metal, o de láminas de plata el platero?

[20] El hábil artífice escoge una madera dura e incorruptible; y procura afianzar la estatua, de modo que no caiga.

[21] ¿Acaso no sabéis lo que es Dios?; ¿no habéis oído hablar de él?; ¿acaso no se os anunció desde el principio del mundo?; ¿no ha llegado a vuestra noticia que él hizo los fundamentos de la tierra?

[22] Sabed que él es el que está sentado sobre la tierra; y los moradores de ésta son en su presencia como pequeñas langostas: él es el que extendió los cielos como un velo o cosa muy leve, y los desplegó como una tienda de campaña en que se ha de habitar.

[23] El es quien confunde y anonada a los escudriñadores de los arcanos de la naturaleza, y reduce a nulidad a los jueces o gobernadores de la tierra.

[24] Estos son para Dios como un tronco, que no ha sido plantado, ni sembrado, ni tiene arraigo en la tierra. De repente, a un ligero soplo del Señor contra ellos, se secaron, y un torbellino los arrebata como hojarasca.

[25] ¿A qué cosa, pues, me habéis asemejado?; ¿a qué cosa me habéis igualado?, dice el Santo por esencia.

[26] Alzad hacia lo alto vuestros ojos, y considerad quién creó esos cuerpos celestes; quién hace marchar ordenadamente aquel ejército de estrellas, y llama a cada una de ellas por su nombre, sin que ninguna se quede atrás; tal es la grandeza de su poder, de su fortaleza y de su virtud.

[27] Pues ¿por qué dices tú, oh Jacob , por qué osas afirmar tú, ¡oh Israel!: No conoce el Señor la triste situación en que me hallo, y no se cuida mi Dios de hacerme justicia?

[28] ¿Por ventura ignoras tú, o no has oído que Dios es el Señor eterno que creó la extensión de la tierra sin cansancio ni fatiga, y que es incomprensible su sabiduría?

[29] El es el que robustece al débil y el que da mucha fuerza y vigor a los que no son para nada.

[30] Desfallecerá fatigada de cansancio la edad lozana, y se caerá de flaqueza la juventud.

[31] Mas los que tienen puesta en el Señor su esperanza, adquirirán nuevas fuerzas, tomarán alas como de águila, correrán y no se fatigarán, andarán y no desfallecerán.

Isaías, 40