Ezequiel, 21
[1] Y me habló el Señor, diciendo: •
[2] Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia Jerusalén , y habla contra los santuarios, o el templo, y profetiza contra la tierra de Israel.
[3] Y dirás a la tierra de Israel: Esto dice el Señor Dios: Mira que yo vengo contra ti, y desenvainaré mi espada, y mataré en ti al justo y al impío. •
[4] Y por cuanto he de matar en ti al justo y al impío, por eso saldrá mi espada de su vaina contra todo hombre, desde el mediodía hasta el septentrión, •
[5] a fin de que sepan todos que yo el Señor he desenvainado mi irresistible espada. •
[6] Pero tú, oh hijo de hombre, gime como quien tiene quebrantados sus lomos, y gime en la amargura de tu corazón, a vista de éstos. •
[7] Y cuando te preguntaren: ¿Por qué gimes?, responderás: Por la nueva que corre; porque viene el enemigo, y desmayarán todos los corazones, y desfallecerán todos los brazos, y decaerán los ánimos de todos, y todas las rodillas darán una contra otra de puro miedo. He aquí que llega tu ruina, y se efectuará, dice el Señor Dios. •
[8] Y me habló el Señor diciendo:
[9] Profetiza, ¡oh hijo de hombre!, y di: Esto dice el Señor Dios: La espada, la espada está aguzada y bruñida.
[10] Está aguzada para degollar las víctimas, y bruñida a fin de que reluzca: ¡Oh espada!, tú que abates el cetro de mi hijo, tú cortarás cualquier otro árbol. •
La espada blandida contra Amón. Is. 34, 6; Je. 41, 10.
[11] Yo la di a afilar para tenerla a la mano; aguzada ha sido esta espada, acicalada ha sido ella para que la empuñe el matador. •
[12] Grita y aúlla, ¡oh hijo de hombre!, porque esta espada se ha empleado contra el pueblo mío, contra todos los caudillos de Israel que habían huido: Entregados han sido al filo de la espada, junto a mi pueblo; date, pues, con tu mano golpes en el muslo. •
[13] Porque espada es ésta probada ya; y se verá cuando haya destruido el cetro de Judá, el cual no existirá más, dice el Señor Dios. •
[14] Tú, pues, ¡oh hijo de hombre!, vaticina, y bate una mano con otra, y redóblese y triplíquese el furor de la espada homicida; ésta es la espada de la gran mortandad, que hará quedar atónitos a todos, •
[15] y desmayar de ánimo, y multiplicará los estragos. A todas sus puertas he llevado yo el terror de la espada aguda y bruñida, a fin de que brille, y esté pronta para dar la muerte. •
[16] Agúzate, ¡oh espada!, ve a la diestra o a la siniestra, ve a donde gustes.
[17] Lo aplaudiré yo también con palmadas, y se saciará mi indignación. Yo el Señor soy el que he hablado. •
[18] Me habló de nuevo el Señor diciendo:
[19] Y tú, hijo de hombre, diséñate dos caminos, por los cuales pueda venir la espada del rey de Babilonia; ambos saldrán de un mismo punto; y al principio del doble camino el rey con su misma mano sacará por suerte una ciudad. •
[20] Señalarás, pues, un camino por el cual la espada vaya a Rabbat, capital de los amonitas, y otro por el cual vaya a Judá, a la fortificadísima Jerusalén . •
[21] Porque el rey de Babilonia se parará en la encrucijada, al principio de los dos caminos, buscando adivinar por medio de la mezcla de las saetas; y además preguntará a los ídolos y consultará las entrañas de los animales. •
[22] La adivinación le conducirá a la derecha contra Jerusalén , a fin de que vaya a batirla con rampas, para que dé a conocer la muerte, para que alce la voz con aullidos, para que dirija las rampas contra las puertas, y forme terraplenes, y construya fortines. •
[23] Y parecerá a la vista de ellos como si aquel rey hubiese en vano consultado el oráculo; y como si celebrase el descanso del sábado. El tendrá presente la perfidia de los judíos, y tomará la ciudad. •
[24] Por tanto esto dice el Señor Dios: Porque habéis hecho alarde de vuestra perfidia, y habéis hecho públicas vuestras prevaricaciones, y en todos vuestros designios habéis hecho patentes vuestros pecados, ya que, repito, os habéis jactado de eso, seréis cautivados. •
[25] Mas tú, ¡oh profano e impío caudillo de Israel!, para quien ha llegado el día señalado del castigo de tu iniquidad, •
Llama profano al rey Sedecías, porque violó el juramento de fidelidad que había hecho en nombre de Dios a Nabucodonosor.
[26] esto dice el Señor Dios: Depón la diadema, quítate la coron,: ¿no es esa corona la que a su arbitrio ensalzó al hombre vil, y abatió al varón grande? •
[27] Yo haré manifiesta la iniquidad, su iniquidad, la iniquidad de él; mas esto no sucederá hasta cuando venga aquel de quien es el juicio o reino; y a él daré yo esa corona. •
Profecía del Mesías. Gn. 49, 10; Jn. 5, 22.
[28] Y tú, ¡oh hijo de hombre!, profetiza y di: Esto dice el Señor Dios acerca de los hijos de Amón, y de sus insultos contra Israel; y dirás tú: ¡Espada, espada!, sal de la vaina para degollar; afílate para dar la muerte y relumbrar, •
[29] (en la ocasión en que tus adivinos, ¡oh Amón!, te anuncian cosas vanas y mentirosas adivinaciones) a fin de que estés pronta, y descargues tus golpes sobre los cuellos de los impíos amonitas, a quienes llegó el plazo señalado para el castigo de su maldad.
[30] Y después vuélvete a tu vaina. En el lugar donde fuiste formada, en la Caldea, tierra de tu nacimiento , allí te juzgaré, •
[31] y derramaré sobre ti la indignación mía; soplaré contra ti en la fragua de mi encendido furor, y te entregaré en manos de hombres insensatos y fraguadores de desastres. •
[32] Servirás, ¡oh caldeo!, de cebo al fuego; despreciada se verá por el suelo la sangre tuya, y serás entregado a perpetuo olvido; porque yo el Señor he hablado.