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Exodo, 3


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[1] Empleándose Moisés en apacentar las ovejas de su suegro Jetro, sacerdote de Madián; y guiando una vez la grey al desierto, vino hasta el monte de Dios, Horeb,

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Ragüel es llamado también Jetro, que al parecer corresponde a un sobrenombre o título honorífico. Ex. 3, 1; 4, 18.

[2] donde se le apareció el Señor en una llama de fuego que salía de en medio de una zarza; y veía que la zarza estaba ardiendo, y no se consumía.

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Imagen del estado del pueblo de Dios, en medio de las persecuciones y trabajos. O también de María, madre de Jesús. Act. 7, 30.

[3] Por lo que dijo Moisés: Iré a ver esta gran maravilla, cómo es que no se consume la zarza.

[4] Pero viendo el Señor que se acercaba ya para ver lo que era, le llamó desde entre la zarza, y dijo: Moisés, Moisés. Aquí me tienes, respondió él.

[5] No te acerques acá, prosiguió el Señor: quítate el calzado de los pies, porque la tierra que pisas es santa.

[6] Yo soy, le añadió: Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob . Se cubrió Moisés el rostro, porque no se atrevía a mirar hacia Dios.

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Una de las mayores revelaciones de la Biblia no es la existencia de Dios, sino su cercanía al hombre, su vinculación con la historia del pueblo que elige y su protección de los débiles y oprimidos. Mt. 22, 32; Mc. 12, 26; Lc. 20, 37.

[7] Le dijo el Señor: He visto la tribulación de mi pueblo en Egipto, y oído sus clamores, a causa de la dureza de los sobrestantes de las obras.

[8] Y conociendo cuánto padece, he bajado a librarle de las manos de los egipcios, y hacerle pasar por aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al país del cananeo, y del heteo, y del amorreo, y del ferezeo, y del heveo y del jebuseo.

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El Señor usa una expresión hiperbólica para denotar la fertilidad de aquella tierra.

[9] En suma, el clamor de los hijos de Israel ha llegado a mis oídos; y he visto su aflicción, y cómo son oprimidos de los egipcios.

[10] Pero ven tú; que te quiero enviar al faraón, para que saques de Egipto al pueblo mío, los hijos de Israel.

[11] ¿Quién soy yo, respondió Moisés a Dios, para ir al faraón, y sacar de Egipto a los hijos de Israel?

[12] Le dijo Dios: Yo estaré contigo; y la señal que tendrás de haberte yo enviado, será esta: Cuando hayas sacado a mi pueblo de Egipto, ofrecerás un sacrificio a Dios sobre este monte.

[13] Dijo Moisés a Dios: Y bien, yo iré a los hijos de Israel, y les diré: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Pero si me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les diré?

[14] Respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. He aquí, añadió, lo que dirás a los hijos de Israel: EL QUE ES me ha enviado a vosotros.

[15] Dijo de nuevo Dios a Moisés: Esto dirás a los hijos de Israel: El Señor Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob , me ha enviado a vosotros. Este nombre tengo yo eternamente, y con éste se hará memoria de mí en toda la serie de las generaciones.

[16] Ve, y junta los ancianos de Israel, y les dirás. El Señor Dios de vuestros padres se me apareció; el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob , diciendo: Yo he venido a visitaros de propósito, y he visto todas las cosas que os han acontecido en Egipto;

[17] y tengo decretado el sacaros de la opresión que en él padecéis, y trasladaros al país del cananeo, y del heteo, y del amorreo, y del ferezeo, y del heveo, y del jebuseo, a una tierra que mana leche y miel.

[18] Y escucharán tu voz, y entrarás tú con los ancianos de Israel al rey de Egipto, y le dirás: El Señor Dios de los hebreos nos ha llamado. Hemos de ir camino de tres días al desierto para ofrecer sacrificios al Señor Dios nuestro.

[19] Yo ya sé que el rey de Egipto no querrá dejaros ir, sino forzado por una mano poderosa.

[20] Por eso extenderé yo mi brazo, y heriré a los pueblos de Egipto con toda suerte de prodigios que haré en medio de ellos; después de lo cual os dejará partir.

[21] Haré también que ese pueblo mío halle gracia en los ojos de los egipcios, para que al partir no salgáis vacíos;

[22] sino que cada mujer ha de pedir a la vecina y a su casera alhajas de plata y oro, y vestidos preciosos; vestiréis con ellos a vuestros hijos e hijas, y despojaréis a Egipto.

Exodo, 3