Deuteronomio, 26
[1] Cuando hubieres entrado en la tierra cuya posesión te dará el Señor Dios tuyo, y la hayas obtenido, y habitares ya en ella, •
[2] separarás las primicias de todas tus cosechas, y las meterás en una banasta, e irás al lugar que el Señor Dios tuyo hubiere escogido para establecer allí su culto, •
[3] y te presentarás al sacerdote que fuere por entonces, y le dirás: Yo confieso en este día delante del Señor Dios tuyo que he entrado en la tierra que juró a nuestros padres que nos daría.
[4] Entonces el sacerdote recibiendo la banasta de tu mano, la pondrá delante del altar del Señor Dios tuyo,
[5] y tú dirás en presencia del Señor tu Dios: Labán el sirio procuraba destruir a mi padre Jacob ; el cual descendió después a Egipto, y estuvo allí como extranjero con poquísimas personas; mas luego creció hasta formar una nación grande y robusta, y de infinita gente. •
Labán es llamado sirio, porque era de Mesopotamia de Siria. Gen 18; 30; 31.
[6] Pero los egipcios nos oprimieron y persiguieron, imponiéndonos cargas pesadísimas;
Recelosos de nuestra prosperidad.
[7] por lo que clamamos al Señor Dios de nuestros padres; el cual nos oyó, y volvió los ojos para mirar nuestro abatimiento, y nuestros trabajos y angustias;
[8] y nos sacó de Egipto con mano fuerte, y brazo poderoso, con gran terror, y con señales y portentos, •
[9] y nos introdujo en este país, entregándonos esta fertilísima tierra que mana leche y miel.
[10] Y por eso ofrezco ahora las primicias de los frutos de la tierra que me dio el Señor. Dicho esto, las dejarás en la presencia del Señor Dios tuyo; y después de haber adorado a tu Señor Dios, •
En señal de reconocimiento.
[11] celebrarás un banquete comiendo de todos los bienes que te hubiere dado el Señor Dios tuyo a ti y a tu familia, tú, y el levita, y el forastero que está contigo. •
[12] Cuando hubieres completado o acabado de dar el diezmo de todos tus frutos, darás, cada tres años, el diezmo peculiar al levita y al forastero, y al huérfano y a la viuda, para que coman y se sacien dentro de tus ciudades. •
[13] Y dirás en presencia del Señor Dios tuyo: Yo he tomado de mi casa lo que fue consagrado al Señor, y dádolo al levita y al forastero, y al huérfano y a la viuda, como me tienes mandado: no he traspasado tus mandamientos, ni olvidádome de tus preceptos. •
Se llama consagrada a Dios la parte de los diezmos destinada a los pobres, cuya retención sería una especie de sacrilegio.
[14] Nada he comido de estas cosas en mis lutos, ni las separé en ocasión de alguna inmundicia, ni he empleado nada de ellas en funerales. He obedecido a la voz del Señor Dios mío, y lo he ejecutado todo como me mandaste. •
Estas décimas las he dado a los pobres según la orden de Dios. Dt. 14, 29.
Ni para usos profanos o estando yo inmundo.
Como hacen los idólatras.
[15] Vuelve los ojos desde tu santuario, y desde la excelsa morada de los cielos, y echa la bendición sobre tu pueblo de Israel, y sobre la tierra que nos has dado, conforme juraste a nuestros padres, tierra que mana leche y miel. •
[16] Hoy te ha mandado el Señor tu Dios que observes estos mandamientos y leyes: y que los guardes y cumplas con todo tu corazón y toda tu alma. •
[17] Tú, renovando la alianza, has elegido hoy al Señor para que sea tu Dios, y tú sigas sus caminos, y practiques sus ceremonias, y preceptos y leyes, y obedezcas a su imperio.
[18] Y asimismo el Señor te ha escogido hoy nuevamente para que seas un pueblo peculiar suyo, como te lo tiene dicho, y guardes todos sus mandamientos; •
[19] y él, para loor y nombradía, y gloria suya, te haga la nación más ilustre de cuantas naciones ha creado, y seas el pueblo santo del Señor Dios tuyo, conforme lo tiene prometido. •
Esta profecía habla del pueblo cristiano. Rm. 9, 24.