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Sabiduría, 14


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[1] Asimismo piensa otro en navegar, y estando para surcar las encrespadas olas, invoca un leño más endeble que aquel en que va.

[2] A este leño lo inventó la codicia de ganar y lo construyó el artífice con su saber.

[3] Mas tu providencia, ¡oh Padre!, lleva el timón; por cuanto aun en medio del mar abriste camino a tu pueblo que huía de Egipto, y le diste paso segurísimo por entre las olas;

[4] demostrando que eres poderoso para salvar a todo riesgo, aun cuando alguno se meta en el mar sin uso del arte.

[5] Pero a fin de que no quedasen inútiles las obras de tu sabiduría, por eso es que los hombres fían sus vidas a un débil leño, y atravesando el mar sobre un barco llegan a salvamento.

[6] De esta suerte también al principio , cuando perecieron en el diluvio los soberbios gigantes, una barca fue el refugio de la esperanza de toda la tierra: barca que siendo gobernada por tu mano, conservó la semilla de que había de renacer el mundo.

[7] Porque bendito es el leño que sirve a la justicia;

[8] pero maldito es el leño de un ídolo hecho de mano, tanto él como su artífice; éste, porque lo fabricó, y aquél, porque no siendo más que una cosa frágil recibió el nombre de dios.

[9] Puesto que a Dios le son igualmente aborrecibles el impío y su impiedad.

[10] Por donde así la obra hecha como el hacedor serán castigados.

[11] Y por eso no se perdonará a los mismos ídolos de las naciones; por cuanto a las criaturas de Dios se las hizo servir a la abominación, y de tentación para las almas de los hombres, y de lazo para los pies de los insensatos.

[12] Pues la invención de los ídolos fue el origen de la idolatría, y su hallazgo la corrupción de la vida,

[13] porque ni los había al principio , ni los habrá siempre.

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Profecía de la destrucción de la idolatría por la luz del Evangelio.

[14] Sobrevino en la tierra la vanidad de los hombres; y con esto se tuvo por muy pronta la muerte de ellos.

[15] Un padre transpasado de acerbo dolor por la prematura y súbita muerte de su hijo, formó de él un retrato; y al que como hombre acababa de morir, comenzó luego a honrarlo como a dios, y estableció entre sus criados ceremonias y sacrificios para darle culto.

[16] Después con el discurso del tiempo tomando cuerpo aquella impía costumbre, el error vino a ser observado como ley, y se adoraban los simulacros por mandato de los tiranos.

[17] Y así hacían traer desde lejos los retratos de aquellos a quienes podían los hombres honrar personalmente por estar distantes; y expo-nían a la vista de todos la imagen del rey a quien querían tributar honores, a fin de reverenciarle con su culto, como si estuviera presente.

[18] La extremada habilidad del artífice atrajo también a los ignorantes a este culto;

[19] porque deseando complacer al que lo hacía trabajar, empleó todos los esfuerzos del arte, para sacar más al vivo la imagen.

[20] Con esto embelesado el vulgo, con la belleza de la obra, comenzó a calificar por un dios al que poco antes era honrado como un hombre.

[21] Y he aquí cómo se precipitó en el error el género humano; pues los hombres, o por satisfacer a un particular afecto suyo o por congraciarse con los reyes, dieron a las piedras y leños el nombre incomunicable de Dios.

[22] Y no se contentaron con errar en orden al conocimiento de Dios; sino que viviendo sumamente combatidos de su ignorancia, a un sinnúmero de muy grandes males les dan el nombre de paz o de bienes.

[23] Pues ya sacrificando sus propios hijos, ya ofreciendo sacrificios entre tinieblas, o celebrando vigilias llenas de brutales delirios,

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Se puede referir a las fiestas bacanales.

[24] no respetan las vidas, ni la pureza de los matrimonios, sino que unos a otros se matan por celos, o con sus adulterios se entristecen.

[25] Por todas partes se ve efusión de sangre, homicidios, hurtos y engaños, corrupción, infidelidad, alborotos, perjurios, vejación de los buenos;

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Descripción de los males que produjo la idolatría por el desconocimiento del verdadero Dios. Rm. 1, 24-28.

[26] olvido de Dios, contaminación de las almas, incertidumbre de los partos, inconstancia de los matrimonios, desórdenes de adulterio y de libertinaje;

[27] siendo el abominable culto de los ídolos la causa y el principio y fin de todos los males;

[28] porque o hacen locuras en sus fiestas, o al menos fingen oráculos falsos, o viven en la injusticia, o perjuran con suma facilidad;

[29] como que confiados en sus ídolos, que son criaturas inanimadas, no temen que por jurar en falso les venga ningún daño.

[30] Mas por ambas cosas tendrán su justo castigo; porque entregados a sus ídolos sintieron mal de Dios, y porque juraron injustamente y con dolo, menospreciando la justicia.

[31] Que no es el poder de aquellos ídolos por quienes juran, sino la divina venganza contra los pecadores la que persigue siempre la prevaricación de los hombres injustos.

Sabiduría, 14