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Sabiduría, 1


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[1] Amad la justicia, vosotros los que juzgáis o gobernáis la tierra. Sentid bien del Señor, y buscadlo con sencillez de corazón;

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Este es el tema del libro.

[2] porque los que no lo tientan con sus desconfianzas, ésos lo hallan, y se manifiesta a aquellos que en él confían.

[3] Pues los pensamientos perversos apartan de Dios, cuyo poder puesto a prueba contradice a los necios.

[4] Así es que no entrará en alma maligna la sabiduría, ni habitará en el cuerpo sometido al pecado,

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Rm. 7, 14.

[5] porque el Espíritu Santo que la enseña, huye de las ficciones, y se aparta de los pensamientos desatinados, y se ofenderá de la iniquidad que sobrevenga.

[6] Ciertamente que siendo como es el espíritu de la sabiduría todo bondad, no dejará sin castigo los labios del maldiciente, porque Dios es testigo de sus afectos interiores, y escudriñador infalible de su corazón, y entendedor de su lenguaje.

[7] Por cuanto el Espíritu del Señor llena el mundo universo; y como comprende todas las cosas, tiene conocimiento de todo, hasta de una voz.

[8] Por eso el que habla cosas malas no puede escondérsele, ni escapará del juicio vengador.

[9] Pues se interrogará al impío hasta sobre sus pensamientos; y llegarán a los oídos de Dios sus palabras y obras para castigo de sus maldades.

[10] Porque la oreja celosa de Dios todo lo oye; ni encubrírsele puede el ruido o susurro de las murmuraciones.

[11] Guardaos, pues, de la murmuración, la cual de nada aprovecha, o daña mucho, y refrenad la lengua de toda detracción; porque ni una palabra dicha a escondidas se irá por el aire; y la boca mentirosa da muerte al alma.

[12] No os afanéis en acarrearos la muerte con el descamino de vuestra vida; ni os granjeéis la perdición con las obras de vuestras manos.

[13] Porque no es Dios quien hizo la muerte, ni se complace en la perdición de los vivientes.

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Dios creó al hombre para que fuera inmortal; pero el pecado introdujo la muerte en el mundo. No se trata de la muerte física, sino de la muerte espiritual como separación de Dios. Sa. 2, 24.

[14] Lo creó todo a fin de que subsistiera eternamente en su presencia; saludables hizo él todas las cosas que nacen en el mundo; nada había en ellas de ponzoñoso ni nocivo; el infierno o la muerte no reinaba entonces en la tierra.

[15] Puesto que la justicia es de suyo perpetua e inmortal.

[16] Mas los impíos con sus hechos y palabras llamaron a la muerte; y considerándola su amiga, vinieron a corromperse hasta hacer con ella alianza, como dignos de tal sociedad.

Sabiduría, 1