Salmos, 91
[1] Bueno es tributar alabanzas al Señor; y salmear a tu Nombre, ¡oh Altísimo!, •
[2] celebrando por la mañana tu misericordia, y por la noche tu verdad; •
[3] acompañando el canto con el salterio, y con el sonido de la cítara. •
[4] Porque me has recreado, oh Señor, con tus obras, y al contemplar las obras de tus manos salto de placer. •
[5] ¡Cuán grandes son, Señor tus obras! ¡Cuán insondable la profundidad de tus designios! •
[6] El hombre insensato no conoce estas cosas, ni entiende de ellas el necio. •
[7] Apenas los pecadores brotarán como el heno, y brillarán todos los malvados, cuando perecerán para siempre. •
[8] Pero tú, ¡oh Señor!, serás eternamente el Altísimo. •
[9] Así es, Señor, que tus enemigos, sí, tus enemigos perecerán, y quedarán disipados cuantos cometen la maldad.
[10] Y mi fortaleza se levantará como la del unicornio, y mi vejez será vigorizada por tu misericordia. •
[11] Y miraré con desprecio a mis enemigos, y oiré hablar sin susto de los revoltosos que maquinan contra mí. •
[12] Florecerá como la palma el varón justo, y descollará cual cedro del Líbano. •
[13] Plantados los justos en la casa del Señor, en los atrios de la casa de nuestro Dios florecerán. •
[14] Y aun en su lozana vejez se multiplicarán; y se hallarán con vigor y robustez, •
[15] para predicar que el Señor Dios nuestro es justo, y que no hay en él ni sombra de iniquidad. •