Salmos, 73
[1] ¿Y por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Cómo se ha encendido tu furor contra las ovejitas que apacientas? •
[2] Acuérdate de tu congregación, de este pueblo que ha sido desde el principio tu posesión. Tú recuperaste el cetro de tu herencia: el monte de Sión, lugar de tu morada. •
[3] Levanta tu mano a fin de abatir para siempre las insolencias de tus enemigos. ¡Oh, y cuántas maldades ha cometido el enemigo en el santuario! •
[4] ¡Y cómo se jactaban en el lugar mismo de tu solemnidad aquellos que te aborrecen! •
[5] Han enarbolado sus estandartes en forma de trofeos (sin reflexionar en ello) sobre lo más alto a la salida. •
[6] Asimismo han derribado y hecho astillas a golpes de hacha sus puertas, como se hace con los árboles en el bosque, con hachas y azuelas las han derribado. •
[7] Pegaron fuego a tu santuario; han profanado el Tabernáculo que tú tenías sobre la tierra. •
[8] Coligadas entre sí las gentes de esa nación han dicho en su corazón, borremos de la tierra todos los días consagrados al culto de Dios. •
[9] Nosotros no vemos ninguno de aquellos prodigios antes frecuentes entre nosotros; ya no hay un profeta, y el Señor no nos reconoce ya. •
Que antiguamente obraba Dios a su favor.
[10] ¡Oh Dios! ¿y hasta cuándo nos ha de insultar el enemigo? ¿Ha de blasfemar siempre de tu Nombre nuestro adversario? •
[11] ¿Por qué retraes tu mano? ¿Por qué no sacas fuera de tu seno tu diestra de una vez para siempre? •
[12] Mas Dios, que es nuestro rey desde el principio de los siglos, ha obrado la salvación en medio de la tierra. •
[13] Tú diste con tu poder solidez a las aguas del mar Rojo: tú quebrantaste las cabezas de los dragones, en medio de las aguas. •
[14] Tú quebrantaste las cabezas del dragón; lo entregaste para que fuese presa de los pueblos de Etiopía. •
[15] Tú hiciste brotar de los peñascos fuentes y arroyos; tú sacaste ríos caudalosos. •
[16] Tuyo es el día, y tuya la noche; tú creaste la aurora y el sol. •
[17] Tú hiciste todas las regiones de la tierra; el estío y la primavera obras tuyas son. •
[18] Acuérdate de esto, ¡oh Señor!, que el enemigo te ha zaherido, y que un pueblo insensato ha blasfemado tu Nombre. •
[19] No entregues en poder de esas fieras las almas que te confiesan y adoran, y no olvides para siempre las almas de tus pobres. •
[20] Vuelve los ojos a tu alianza, porque los hombres más oscuros de la tierra se han enriquecido inicuamente con nuestros bienes. •
A la alianza que hiciste con nuestros padres. El salmo es una lamentación nacional por una catástrofe sufrida.
[21] No tenga que retirarse cubierto de confusión el humilde; el pobre y el desvalido alabarán tu Nombre. •
[22] Levántate, ¡oh Dios!, y juzga tu causa: Ten presentes tus ultrajes, los ultrajes que te está haciendo de continuo una gente insensata.
[23] No eches en olvido las voces e insultos de tus enemigos; porque la soberbia de aquellos que te aborrecen va siempre creciendo. •
En vista de tu silencio.