Salmos, 63
[1] Escucha oh Dios mío, mi oración, cuando a ti clamo; libra mi alma del temor que me causa el enemigo. •
[2] Tú me has defendido de la conspiración de los malignos, del tropel de los que obran la iniquidad. •
[3] Ellos aguzaron sus lenguas como espada; asestaron su arco emponzoñado, •
[4] para asaetear desde una emboscada al inocente. •
[5] De repente le harán el tiro, sin temor alguno; obstinados en su infame designio, trataron de armar ocultos lazos, y dijeron: ¿Quién los podrá descubrir?
[6] Discurrieron mil invenciones para hacer el mal; se cansaron de escudriñar ardides. Se envalentonará el hombre meditando grandes proyectos. •
[7] Mas Dios será ensalzado. Las heridas que ellos hagan son como las que hacen las flechas que disparan los niños. •
[8] Y sus lenguas han flaqueado contra ellos mismos. Quedaron asombrados cuantos los veían, •
[9] y no hubo quien se atemorizase. Con lo cual publicaron todos las obras de Dios y meditaron sobre sus hechos. •
[10] Se alegrará el justo en el Señor, y esperará en él; y serán aplaudidos todos los de recto corazón. •