Salmos, 5
[1] Presta oídos, Señor, a mis palabras; escucha mis clamores. •
[2] Atiende a la voz de mis súplicas; ¡oh mi rey y Dios mío! •
[3] Porque a ti enderezaré mi oración; de mañana, ¡oh Señor!, oirás mi voz.
[4] Al amanecer me pondré en tu presencia, y te contemplaré. Porque no eres tú un Dios que ame la iniquidad. •
[5] Ni morará junto a ti el maligno, ni los injustos podrán permanecer delante de tus ojos. •
[6] Tú aborreces a todos los que obran la iniquidad; tú perderás a todos aquellos que hablan mentira. Al hombre sanguinario y fraudulento, el Señor lo abominará. •
[7] Pero yo confiado en tu gran misericordia, entraré en tu casa; y poseído de tu santo temor, doblaré mis rodillas ante tu santo templo. •
[8] Guíame, ¡oh Señor!, por la senda de tu injusticia; haz que sea recto ante tus ojos mi camino, por causa de mis enemigos. •
[9] Pues en su boca no se halla palabra de verdad; su corazón está lleno de vanidad y perfidia. •
[10] Su garganta es un sepulcro abierto; con sus lenguas urden continuamente engaños. Júzgalos, ¡oh Dios mío. Frústrense sus designios, arrójalos fuera, lejos de tu presencia, como lo merecen sus muchas impiedades; puesto que, ¡oh Señor!, te han irritado. •
[11] Al contrario, alégranse todos aquellos que ponen en ti su esperanza: Se regocijarán eternamente, y tú morarás en ellos. Y en ti se glorificarán todos los que aman tu santo Nombre, •
[12] porque tú colmarás de bendiciones al justo. Señor, con tu benevolencia, como con un escudo, nos has cubierto por todos lados. •