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Salmos, 47


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[1] Grande es el Señor, y dignísimo de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.

[2] Con júbilo de toda la tierra se ha edificado el santuario en el monte de Sión, la ciudad del gran rey, al lado del septentrión.

[3] Será Dios conocido en sus casas, cuando haya de defenderla.

[4] Porque he aquí que los reyes de la tierra se han coligado y conjurado unánimemente.

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El carácter de invencible de Jerusalén se debe a la presencia de Dios.

[5] Ellos mismos, cuando la vieron así, quedaron asombrados, llenos de turbación, conmovidos,

[6] y poseídos de terror. Se apoderaron de ellos dolores como de parto.

[7] Tú con un viento impetuoso harás pedazos las naves de Tarsis.

[8] Como lo oímos, así lo hemos visto en la ciudad del Señor de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios; la cual ha fundado Dios para siempre.

[9] Hemos experimentado, ¡oh Dios!, tu misericordia en medio de tu templo.

[10] Al modo que tu Nombre, ¡oh Dios!, así tu gloria se extiende hasta los últimos términos de la tierra; tu diestra está llena de justicia.

[11] Alégrese el monte de Sión, y salten de placer las hijas de Judá, ¡oh Señor!, por razón de tus juicios.

[12] Dad vueltas alrededor de Sión, examinadla por todos lados, y contad sus torres.

[13] Considerad atentamente su fortaleza, y notad bien sus casas o edificios, para poder contarlo a la generación venidera.

[14] Porque aquí está Dios, el Dios nuestro, para siempre y por los siglos de los siglos. El nos gobernará eternamente.

Salmos, 47