Salmos, 29
[1] Te glorificaré, ¡oh Señor!, por haberte declarado protector mío, no dejando que mis enemigos se gozaran a costa de mí. •
[2] ¡Oh Señor Dios mío!, yo clamé a ti, y me diste la salud. •
[3] Tú sacaste, Señor, mi alma del infierno o sepulcro. Tú me salvaste, para que no cayera con los que descienden al profundo. •
[4] ¡Oh vosotros santos del Señor!, cantadle himnos, y celebrad su memoria sacrosanta. •
[5] Porque de su indignación procede el castigo; y de su buena voluntad pende la vida. Hasta la tarde durará el llanto, y al salir la aurora será la alegría. •
Israelitas fieles.
[6] En medio de mi prosperidad había yo dicho. No experimentaré nunca jamás mudanza alguna. •
[7] ¡Oh Señor!, tu buena voluntad es la que ha dado consistencia a mi floreciente estado. Apartaste de mí tu rostro, y al instante fui trastornado. •
[8] A ti, ¡oh Señor!, clamaré, y a ti, Dios mío, dirigiré mis plegarias. •
[9] ¿Qué utilidad te acarreará mi muerte, y al descender yo a la corrupción del sepulcro? ¿Acaso el polvo cantará tus alabanzas, o anunciará tus verdades? •
[10] Me oyó el Señor, y se apiadó de mí. Se declaró el Señor protector mío. •
[11] Trocaste, ¡oh Dios!, mi llanto en regocijo, rasgaste mi cilicio, y me revestiste de gozo, •
[12] a fin de que sea mi gloria el cantar tus alabanzas, y nunca tenga yo penas. ¡Oh Señor Dios mío!, yo te alabaré eternamente. •
Este saco de penitencia se deja y se rehabilita con el vestido de alegría.