Salmos, 122
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[1] A ti, Señor, que habitas en los cielos, levanté mis ojos. •
[2] Como los ojos de los siervos están mirando siempre las manos o insinuaciones de sus amos, como la esclava tiene fijos sus ojos en las manos de su señora, así nuestros ojos están clavados en el Señor Dios nuestro, para moverle a que se apiade de nosotros. •
[3] Apiádate, Señor, ten misericordia de nosotros, porque estamos hartos de oprobios.
[4] Llena de ellos está nuestra alma, hecha la mofa de los ricos y el escarnio de los soberbios. •
Salmos, 122