Salmos, 11
[1] Sálvame, Señor; porque ya no se halla un hombre de bien sobre la tierra; porque las verdades no se aprecian ya entre los hijos de los hombres. •
[2] Cada uno de ellos no habla sino con mentira a su prójimo; habla con labios engañosos y con un corazón doble. •
[3] Acabe el Señor con todo labio tramposo y con la lengua jactanciosa. •
[4] Ellos han dicho: Nosotros con nuestra lengua, o artificiosas palabras, haremos cosas grandes; somos dueños de nuestros labios; ¿quién nos manda a nosotros? •
[5] Pero el Señor mirando a la miseria de los desvalidos, y al gemido de los pobres, dice: Ahora me levantaré yo para defenderlos. Los pondré a salvo; yo les inspiraré confianza. •
[6] Palabras puras y sinceras son las palabras del Señor; son plata ensayada al fuego, acendrada en el crisol, y siete o mil veces refinada. •
[7] ¡Oh Señor!, tú nos salvarás, y nos defenderás siempre de esta raza de gentes. •
[8] Los impíos andan alrededor de nosotros: Tú, según tu grandeza o altísima sabiduría, has multiplicado los hijos de los hombres. •