Salmos, 103
[1] ¡Oh alma mía!, bendice al Señor. Señor Dios mío, tú te has engrandecido mucho y en gran manera. Te has revestido de gloria y de majestad; •
[2] cubierto estás de luz, como de un ropaje. Extendiste los cielos como un pabellón o cortina, •
[3] y cubriste de aguas la parte superior de ellos. Tú haces de las nubes tu carroza; corres sobre las alas de los vientos. •
[4] Haces que tus ángeles sean veloces como los vientos, y tus ministros activos como fuego abrasador. •
[5] Cimentaste la tierra sobre sus propias bases; no se desnivelará jamás. •
[6] Se hallaba cubierta como de una capa de inmensas aguas; sobrepujaban éstas los montes. •
[7] A tu amenaza echaron a huir, amedrentadas del estampido de tu trueno. •
[8] Se alzan como montes, y se abajan como valles, en el lugar que les estableciste.
[9] Le fijaste un término, que no traspasarán, no volverán ellas a cubrir la tierra. •
[10] Tú haces brotar las fuentes en los valles, y que filtren las aguas por en medio de los montes. •
[11] Con eso beberán todas las bestias del campo; a ellas correrán, acosados de la sed, los asnos monteses. •
[12] Junto a ellos habitarán las aves del cielo, desde entre las peñas harán sentir sus gorjeos.
[13] Tú riegas los montes con las aguas que envías de lo alto; colmas la tierra de frutos que tú haces nacer. •
[14] Tú produces el heno para las bestias, y la hierba que da grano para el servicio de los hombres, a fin de hacer salir pan del seno de la tierra, •
[15] y el vino que recrea el corazón del hombre; de modo que, ungiéndose o perfumándose, presente alegre su rostro, y con el pan corrobore sus fuerzas. •
[16] Se llenarán de jugo los árboles del campo y los cedros del Líbano, que él plantó. •
[17] Allí harán las aves sus nidos; a las cuales servirán de guía la casa o nido de la cigüeña. •
[18] Los altos montes, sirven de asilo a los ciervos; los peñascos de madriguera a los erizos. •
[19] El Señor creó la luna para regla de los tiempos. El sol observa puntualmente su ocaso. •
[20] Tú ordenaste las tinieblas, y quedó hecha la noche: en ella transitará toda fiera del bosque.
[21] Rugen en busca de presa los cachorros de los leones, y claman a Dios por el alimento. •
[22] Mas así que el sol apunta, se retiran, todos en tropel, y van a meterse en sus guaridas.
[23] Sale entonces el hombre a su ocupación y a su trabajo hasta la noche.
[24] ¡Oh Señor, y cuán grandiosas son todas tus obras! Todo lo has hecho sabiamente; llena está la tierra de tus riquezas. •
[25] Tuyo es este mar tan grande y de tan anchurosos senos; en él peces sin cuento, animales pequeños y grandes. •
[26] Por él transitan las naves. Ese dragón o monstruo que formaste, para que retozara entre sus olas; •
El leviatán o monstruo marino es una criatura más de Dios, que juega en el mar. Is. 27, 1.
[27] todos los animales esperan de ti que les des a su tiempo el alimento. •
[28] Tú se lo das, y acuden ellos a recogerle; abriendo tú la mano, todos se hartarán de bienes. •
[29] Mas si tú apartaras tu rostro, se turbarían; les quitas el espíritu, dejan de ser, y vuelven a parar en el polvo de que salieron.
[30] Enviarás tu espíritu, y serán creados, y renovarás la faz de la tierra. •
[31] Sea para siempre celebrada la gloria del Señor. Se complacerá el Señor en sus criaturas; •
[32] aquel Señor que hace estremecer la tierra con sola una mirada; y que si toca los montes, humean. •
[33] Yo cantaré toda mi vida las alabanzas del Señor; entonaré himnos a mi Dios mientras yo viviere. •
[34] Que le sean gratas mis palabras; en cuanto a mí, todas mis delicias las tengo en el Señor.
[35] Desaparezcan de la tierra los pecadores y los inicuos; de suerte que no quede ninguno. Tú, ¡oh alma mía!, bendice al Señor. •