Oseas
Palabras del Señor, dichas a Oseas, hijo de Beeri, en el tiempo de Ozías, de Joatán, de Acaz, de Ezequías , reyes de Judá, y en los días de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel.
Llamad a vuestros hermanos, Pueblo mío ; y a vuestra hermana, La que ha alcanzado misericordia .
Me dijo el Señor: Ve aún, y ama a una mujer que ha sido amada de su amigo y adúltera: así como el Señor ama a los hijos de Israel, y ellos vuelven sus ojos hacia los dioses ajenos, y aman el hollejo de las uvas.
Escuchad la palabra del Señor, ¡oh vosotros hijos de Israel!, pues el Señor viene a juzgar a los moradores de esta tierra, porque no hay verdad, ni hay misericordia, no hay conocimiento de Dios en el país.
Escuchad esto, ¡oh sacerdotes! Tú, ¡oh casa de Israel!, oye con atención; atiende bien tú, ¡oh casa real!, porque a vosotros se os va a juzgar. Pues debiendo ser unos centinelas del pueblo, le habéis armado lazos, y sido para él como una red tendida por los cazadores sobre el monte Tabor.
En medio de sus tribulaciones se levantarán con presteza para convertirse a mí. Venid, dirán, volvámonos al Señor;
Cuando yo quería curar los males de Israel, se descubrió la interior malicia de Efraín y la iniquidad de Samaria; porque entonces se ha dedicado a la mentira: y así entrará en su casa el ladrón a despojarlos, y por fuera lo hará el salteador.
Sea tu garganta como una trompeta y pregona que el enemigo se dejará caer como águila sobre la casa del Señor; porque estos pueblos míos han quebrantado mi alianza, han violado mi ley.
No tienes que regocijarte tanto, ¡oh Israel!, no te ocupes en danzas, como hacen los gentiles; porque tú has abandonado a tu Dios: has codiciado como recompensa de tu idolatría las eras llenas de trigo.
Era Israel una frondosa viña, que llevó los frutos correspondientes, cuanto más abundó en bienes, tanto mayor número tuvo de altares a los ídolos; y cuanto más fecunda fue su tierra, mayor número tuvo de vanos simulacros.
Como pasa el crepúsculo de la mañana, así pasó el rey de Israel. Al principio era la casa de Israel un niño, yo lo amé; y yo llamé e hice venir de Egipto a mi hijo.
Efraín se apacienta del viento, y confiando en Egipto respira el aire ardiente. Todo el día está aumentando sus falsedades y las causas de su perdición, se ha confederado con los asirios y ha llevado sus excelentes aceites a Egipto.
A las palabras que pronunció Jeroboam, rey de Efraín, se intimidó Israel, y pecó adorando a Baal, con lo cual quedó como un muerto.
¡Oh Israel!, conviértete al Señor Dios tuyo; porque por tus maldades te has precipitado.