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Nehemías, 13


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[1] Por aquel tiempo se hacía en presencia del pueblo la lectura del libro de la ley de Moisés; y se halló escrito en él que ningún amonita, ni moabita debe jamás entrar en la congregación del pueblo de Dios,

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Dt. 23, 3.

[2] por cuanto no socorrieron a los hijos de Israel con pan y agua; antes bien sobornaron con dinero contra ellos a Balaam para que los maldijera; aunque nuestro Dios convirtió la maldición en bendición.

[3] Así que hubieron oído la ley, separaron del pueblo de Israel a todo extranjero.

[4] Estaba esto al cuidado del sacerdote Eliasib, el cual tenía la superintendencia del tesoro de la casa de nuestro Dios; y había emparentado con Tobías, amonita;

[5] y construyó para sí una gran habitación, allí donde antes se guardaban las ofrendas, y el incienso, y los vasos, y los diezmos del trigo, del vino y del aceite, que eran las porciones de los levitas, y de los cantores y porteros, y las primicias sacerdotales.

[6] Durante este tiempo yo no estaba ya en Jerusalén ; porque el año treinta y dos de Artajerjes, rey de Babilonia, volví al rey desde Jerusalén ; y al fin del año pedí licencia al rey.

[7] Vine, pues, a Jerusalén , y entendí lo mal que había obrado Eliasib por amor de Tobías, haciéndole una habitación en los atrios del templo de Dios.

[8] Lo cual me disgustó sobremanera; y arrojé los muebles de la casa de Tobías fuera de aquella estancia,

[9] y mandé purificar las piezas o salas, y volví a llevar allí los vasos de la casa de Dios, las ofrendas y el incienso.

[10] Supe también que no se habían dado a los levitas sus porciones, y que por eso los levitas, así los cantores como los demás que servían en el templo, se habían retirado cada cual a su país.

[11] De lo cual me querellé contra los magistrados, diciendo: ¿Por qué hemos abandonado el templo de Dios? Convoqué después a los levitas, e hice que cada cual volviese a su destino.

[12] Y todo Judá traía el diezmo del trigo, del vino y del aceite, a las trojes;

[13] cuya superintendencia dimos a Selemías sacerdote, y a Sadoc escriba, y a Fadaías, del número de los levitas; y por su ayudante a Hanán, hijo de Zacur, hijo de Matanías; por cuanto se tenían experimentados por fieles, y por lo mismo se confió a éstos repartir las porciones entre sus hermanos.

[14] Acuérdate por esto de mí, oh Dios mío, y no borres de tu memoria el bien que yo hice en la casa de mi Dios, y por su culto.

[15] En aquellos días observé en Judá algunos que pisaban uva en los lagares el día sábado, y que en este día traían también haces de leña, y cargaban sobre asnos vino, uvas, higos y toda suerte de cosas, y lo entraban en Jerusalén . Y les mandé expresamente que vendiesen solamente en los días en que era lícito vender.

[16] Habitaban asumismo en la ciudad gentes de Tiro, que introducían pescado y todo género de mercancías, y las vendían en sábado a los hijos de Judá en Jerusalén .

[17] Por lo que reprendí a los magnates de Judá, y les dije: ¿Cómo hacéis una maldad como ésta, profanando el día de sábado?

[18] ¿No hicieron esto mismo nuestros padres, y nuestro Dios descargó sobre nosotros y sobre esta ciudad todas estas calamidades? ¿Y ahora vosotros provocáis más la ira contra Israel, violando el sábado?

[19] Sucedió, pues, que al comenzar el sábado, cuando al anochecer quedaron como en reposo las puertas de Jerusalén , di la orden, y quedaron éstas cerradas y mandé que no se abriesen hasta después del sábado, y puse de guardia en ellas algunos de mis criados, a fin de que nadie entrase cargas en día de sábado.

[20] Y los negociantes y vendedores de toda especie, se quedaron fuera de Jerusalén por una y dos veces.

[21] Pero yo les amenacé, y dije: ¿Por qué os quedáis así delante de las murallas? Si otra vez lo hiciereis, enviaré gente a prenderos. Con esto desde entonces no volvieron más en sábado.

[22] Dije también a los levitas que se purificasen, y viniesen a guardar las puertas y santificasen o celasen el día del sábado. También por esto acuérdate de mó, oh Dios mío, y perdóname según tu gran misericordia.

[23] Vi asimismo en aquellos días a algunos judíos casados con mujeres de Azoto, de Amón, y de Moab;

[24] y así sus hijos hablaban medio azoto, y no sabían hablar judío, sino que hablaban un lenguaje mixto de ambos pueblos.

[25] Por tanto los reprendí, y los maldije. E hice azotar algunos de ellos, y mesarles los cabellos, y que jurasen por Dios que no darían sus hijas a los hijos de los tales, ni tomarían de las hijas de ellos para sus hijos ni para sí mismos. Y dije:

[26] ¿No pecó en esto mismo Salomón , rey de Israel? Y ciertamente que entre las muchas naciones no había rey semejante a él; y era el querido de su Dios, y Dios le constituyó rey sobre todo Israel; pues aun a éste le arrastraron al pecado las mujeres extranjeras.

[27] ¿Conque, nosotros también desobedientes cometeremos esa gran maldad de prevaricar contra nuestro Dios, tomando mujeres extranjeras?

[28] Uno de los hijos de Joíada, hijo de Eliasib, sumo sacerdote, era yerno de Sanaballat horonita, por cuyo motivo lo aparté lejos de mí.

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Gobernador de los moabitas.

[29] Acuérdate, Señor Dios mío, de castigar los que profanan el sacerdocio, violando el derecho sacerdotal y levítico.

[30] Los purifiqué, pues, o separé de todas las mujeres extranjeras, y restablecí las clases de los sacerdotes y levitas, cada cual en su ministerio;

[31] y para que cuidasen de la ofrenda de la leña y de las primicias en los tiempos señalados. Acuérdate de mí, oh Dios mío, para mi consuelo. Amén.

Nehemías, 13