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Lucas, 2


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[1] Por aquellos días se promulgó un edicto de César Augusto, mandando empadronar a todo el mundo.

[2] Este fue el primer empadronamiento hecho por Cirino, gobernador de la Siria.

[3] Y todos iban a empadronarse, cada cual a la ciudad de su estirpe.

[4] José, pues, como era de la casa y familia de David, vino desde Nazaret, ciudad de Galilea, a la ciudad de David llamada Betlehem o Belén, en Judea,

[5] para empadronarse con María su esposa, la cual estaba encinta.

[6] Y sucedió que hallándose allí, le llegó la hora del parto.

[7] Y tuvo a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en el mesón.

[8] Estaban velando en aquellos contornos unos pastores, y haciendo centinela de noche sobre su grey,

[9] cuando de improviso un ángel del Señor apareció junto a ellos, y los cercó con su resplandor una luz divina, lo cual los llenó de sumo temor.

[10] Les dijo entonces el ángel: No tenéis que temer; pues vengo a daros una nueva de grandísimo gozo para todo el pueblo,

[11] y es, que hoy os ha nacido en la ciudad de David el Salvador , que es el Cristo , o Mesías, el Señor nuestro.

[12] Y sírvaos de seña que hallaréis al niño envuelto en pañales, y reclinado en un pesebre.

[13] Al punto mismo se dejó ver con el ángel un ejército numeroso de la milicia celestial, alabando a Dios, y diciendo:

[14] Gloria a Dios en lo más alto de los cielos, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

[15] Luego que los ángeles se apartaron de ellos y volaron al cielo, los pastores se decían unos a otros: Vamos hasta Betlehem o Belén, y veamos este suceso prodigioso que acaba de suceder, y que el Señor nos ha manifestado.

[16] Vinieron, pues, a toda prisa, y hallaron a María y a José y al niño reclinado en el pesebre.

[17] Y viéndole, se certificaron de cuanto se les había dicho de este niño.

[18] Y todos los que supieron el suceso, se maravillaron, igualmente, de lo que los pastores les habían contado.

[19] María conservaba todas estas cosas dentro de sí, ponderándolas en su corazón.

[20] En fin, los pastores se volvieron, no cesando de alabar y glorificar a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, según se les había anunciado por el ángel.

[21] Llegado el día octavo en que debía ser circuncidado el niño, le fue puesto por nombre Jesús , nombre que le puso el ángel antes que fuese concebido.

[22] Cumplido asimismo el tiempo de la purificación de la madre, según la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén , para presentarle al Señor,

[23] como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que nazca el primero, será consagrado al Señor;

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Lv. 12, 8; Nm. 8, 16.

[24] y para presentar la ofrenda de un par de tórtolas, o dos palominos, como está ordenado en la ley del Señor.

[25] Había a la sazón en Jerusalén un hombre justo y temeroso de Dios, llamado Simeón, el cual esperaba de día en día la consolación de Israel o la venida del Mesías, y el Espíritu Santo moraba en él.

[26] El mismo Espíritu Santo le había revelado, que no había de morir antes de ver al Cristo o Ungido del Señor.

[27] Así vino inspirado de él al templo. Y al entrar con el niño Jesús sus padres para practicar con él lo prescrito por la ley,

[28] tomándole Simeón en sus brazos, bendijo a Dios, diciendo:

[29] Ahora, Señor, ahora sí que sacas en paz de este mundo a tu siervo, según tu promesa.

[30] Porque ya mis ojos han visto al Salvador que nos has dado,

[31] al cual tienes destinado para que, expuesto a la vista de todos los pueblos,

[32] sea luz que ilumine a los gentiles y la gloria de tu pueblo de Israel.

[33] Su padre y su madre escuchaban con admiración las cosas que de él se decían.

[34] Simeón bendijo a ambos, y dijo a María su madre: Mira, este niño que ves está destinado para la ruina y para resurrección de muchos en Israel, y para ser el blanco de la contradicción;

[35] lo que será para ti misma una espada que traspasará tu alma; a fin de que sean descubiertos los pensamientos en los corazones de muchos.

[36] Vivía entonces una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser que era de edad muy avanzada; y la cual, casada desde muy joven, vivió con su marido siete años.

[37] Y se había mantenido viuda hasta los ochenta y cuatro de su edad, no saliendo del templo, y sirviendo en él a Dios día y noche con ayunos y oraciones.

[38] Esta, pues, sobreviniendo a la misma hora, alababa igualmente al Señor, y hablaba de él a todos los que esperaban la redención de Israel.

[39] Y María y José con el niño Jesús , cumplidas todas las cosas ordenadas en la ley del Señor, regresaron a Galilea a su ciudad de Nazaret.

[40] Entretanto, el niño iba creciendo, y fortaleciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba en él.

[41] Iban sus padres todos los años a Jerusalén por la fiesta solemne de la Pascua .

[42] Y siendo el niño ya de doce años cumplidos, habiendo subido a Jerusalén , según solían en aquella solemnidad,

[43] acabados aquellos días, cuando ya se volvían, se quedó el niño Jesús en Jerusalén , sin que sus padres lo advirtiesen;

[44] antes bien, persuadidos de que venía con algunos de los de su comitiva, anduvieron la jornada entera buscándole entre los parientes y conocidos.

[45] Mas como no le hallasen, retornaron a Jerusalén , en su busca.

[46] Y al cabo de tres días de haberle perdido, le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, que ora les escuchaba, ora les preguntaba.

[47] Y cuantos le oían quedaban pasmados de su sabiduría y de sus respuestas.

[48] Al verle, pues, sus padres quedaron maravillados; y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué te has portado así con nosotros? Mira cómo tu padre y yo llenos de aflicción te hemos andado buscando.

[49] Y él les respondió: ¿Cómo es que me buscabas? ¿No sabíais que yo debo emplearme en las cosas que miran al servicio de mi Padre?

[50] Mas ellos por entonces no comprendieron el sentido de la respuesta.

[51] En seguida se fue con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto. Y su madre conservaba todas estas cosas en su corazón.

[52] Jesús entretanto crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios, y de los hombres.

Lucas, 2