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Josué, 7


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[1] Pero los hijos de Israel quebrantaron el mandamiento, y se apropiaron algo del anatema. Porque Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zaré, de la tribu de Judá, tomó alguna cosa de lo destinado al anatema; por lo cual se enojó el Señor contra los hijos de Israel.

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Dios muchas veces castiga a un pueblo por el pecado de uno de sus individuos, para infundir en ellos horror al pecado y temor a la justicia divina. 1Rs. 16, 34.

[2] Despachó Josué desde Jericó algunos hombres hacia Hai, que está junto a Betaven, al oriente de la villa de Betel, diciéndoles: Andad y reconoced la tierra. Los cuales en cumplimiento de la orden, reconocieron a Hai;

[3] y a la vuelta le dijeron: No es menester que se mueva todo el ejército, basta que dos o tres mil hombres marchen y arrasen la ciudad; ¿para qué se ha de fatigar inútilmente todo el pueblo contra poquísimos enemigos?

[4] Marcharon, pues, tres mil combatientes: los que volviendo al punto las espaldas,

[5] fueron batidos por los de la ciudad de Hai, quedando muertos treinta y seis hombres y siendo perseguidos de los contrarios desde la puerta de Hai hasta Sabarín, y acuchillados al huir cuesta abajo; con lo que se intimidó el corazón del pueblo y se disolvía como agua.

[6] Entonces Josué rasgó sus vestidos, y estuvo postrado pecho por tierra delante del Arca del Señor hasta la tarde, así él como todos los ancianos de Israel y cubrieron de cenizas sus cabezas.

[7] Y exclamó Josué: ¡Ah Señor Dios! ¿Por qué has querido hacer pasar a este pueblo el río Jordán para entregarnos en manos del amorreo y exterminarnos? ¡Ojalá nos hubiésemos quedado como estábamos al otro lado del Jordán!

[8] Señor Dios mío, ¿qué diré viendo a Israel volver las espaldas delante de sus enemigos?

[9] Lo dirán los cananeos y todos los moradores de esta tierra, y coligados entre sí nos cercarán y borrarán nuestro nombre de la tierra; y entonces ¿qué será de la gloria de tu excelso Nombre?

[10] Y dijo el Señor a Josué: Levántate, ¿por qué yaces postrado en tierra?

[11] Israel ha pecado y violado mi pacto: han tomado de lo destinado al anatema; han robado y faltado a la fidelidad, y lo han escondido entre su equipaje.

[12] Ya no podrá Israel hacer frente a sus enemigos, sino que huirá de ellos; por haberse contaminado reservándose algo del anatema: no estaré más con vosotros hasta que exterminéis al que es reo de esta maldad.

[13] Levántate, pues, santifica al pueblo, y diles: Santificaos para mañana. Porque esto dice el Señor Dios de Israel: ¡Oh, Israel!, el anatema o hurto sacrílego, está en medio de ti; no podrás contrarrestar a tus enemigos, hasta que sea exterminado de en medio de ti el que se ha contaminado con este sacrilegio.

[14] Y así mañana os presentaréis delante del Señor cada uno en vuestras tribus: y la tribu que saliere por suerte, se presentará por sus parentelas y la parentela por casas, y cada casa por sus individuos, todo por suerte.

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Con ese escrutinio, es infalible el resultado.

[15] Y quien quiera que fuere hallado culpado de esta maldad será quemado en el fuego con todos sus haberes: por cuanto ha violado el pacto del Señor, y cometido un crimen detestable en Israel.

[16] Levantándose, pues, Josué muy de mañana, hizo que se presentara Israel por sus tribus y cayó la suerte sobre la tribu de Judá.

[17] Sorteadas las familias o parentelas de ésta, salió la familia de Zaré: sorteada ésta por casas, salió la casa de Zabdi;

[18] y sorteados los individuos varones de esta casa, uno por uno, se descubrió ser Acán, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zaré, de la tribu de Judá.

[19] Dijo, pues, Josué a Acán: Hijo mío, da gloria al Señor Dios de Israel, y confiesa y declárame qué haz hecho: no me lo encubras.

[20] Respondió Acán a Josué y le dijo: Verdaderamente yo he pecado contra el Señor Dios de Israel; y he aquí lo que he hecho:

[21] Vi entre los despojos una capa de grana muy buena, y doscientos siclos de plata, y una barra de oro de cincuenta siclos; y llevado de codicia, lo tomé y escondí debajo de tierra en medio de mi tienda, y enterré el dinero en un hoyo.

[22] Con esto Josué envió ministros, los cuales corriendo a la tienda de Acán, lo hallaron todo escondido en aquel mismo sitio, junto con el dinero.

[23] Y sacando fuera de la tienda todas estas cosas, las presentaron a Josué y a todos los hijos de Israel, y las arrojaron delante del Señor.

[24] Tomando, pues, Josué y los hijos de Israel a Acán, hijo de Zaré, y con él el dinero y el manto y la barra de oro, con sus hijos también, y sus hijas, bueyes y asnos, y ovejas, y la misma tienda, y todo cuanto tenía, lo llevaron al valle llamado por eso de Acor,

[25] donde dijo Josué: Ya que tú nos haz llenado de turbación, te extermíne el Señor en este día y le apedreó todo Israel, y fue consumido de las llamas su cuerpo y todo cuanto poseía.

[26] Y arrojaron sobre él un gran montón de piedras, que permanecen hasta el día de hoy. Con eso la ira del Señor se apartó de ellos: y hasta hoy día se llama aquel lugar Valle de Acor.

Josué, 7