Job, 34
[1] Continuando Eliú su discurso, añadió lo siguiente: •
[2] Oíd, oh sabios, mis palabras; y vosotros, prudentes, prestadme atención;
[3] puesto que el oído atento juzga de los razonamientos, como el paladar discierne por el gusto los manjares. •
[4] Examinemos bien entre nosotros el punto, y veamos de común acuerdo lo que sea más verdadero y acertado. •
[5] Es así que Job ha dicho: Yo soy justo, y Dios ha abandonado mi causa, •
[6] pues hay error en el juicio que de mí se ha hecho; violenta es la saeta que tengo atravesada, sin que haya en mí pecado alguno. Así ha hablado. •
[7] ¿Qué hombre hay, pues, semejante a Job que insulta, como quien bebe un vaso de agua; •
[8] que se asocia con los que obran la iniquidad, y sigue las sendas de los impíos? •
[9] Pues ha dicho: No será el hombre grato a Dios, por más que corra por los caminos del Señor. •
[10] Por tanto vosotros que sois varones cuerdos estadme atentos: Lejos de Dios toda impiedad, y del Todopoderoso toda injusticia.
[11] Porque él ha de dar a las obras del hombre su pago merecido; y los ha de remunerar según la conducta de cada uno;
[12] siendo como es verdad que Dios no condena sin razón, ni el Omnipotente trastorna jamás la justicia. •
[13] ¿Ha cedido él a algún otro sus veces sobre la tierra? ¿O a quién ha encargado gobernar el mundo que fabricó? •
[14] Si con su corazón airado se pusiese él a mirarle, se atraería otra vez a sí el espíritu y el aliento que le dio. •
[15] Toda carne perecería de un golpe, y el hombre se tornaría en polvo.
[16] Ahora bien, si tú tienes entendimiento, atiende a lo que se dice, y escucha mis palabras.
[17] ¿Por ventura puede ser capaz de curación el que no ama la justicia? Pues cómo tú condenas tanto a aquel Señor que es el justo por esencia? •
[18] A aquel que condena y castiga como prevaricadores a los mismos reyes, y como impíos a los grandes; •
[19] que no repara en que sean príncipes ni hace caso de que sean tiranos o poderosos, cuando pleitean contra el pobre; porque todos igualmente son hechura de sus manos. •
[20] Morirán de repente, y los pueblos a medianoche se alborotarán y andarán de una parte a otra, y acabarán sin el menor esfuerzo con los tiranos. •
[21] Porque los ojos de Dios observan los caminos de los hombres, y tiene él contados todos sus pasos.
[22] No hay tinieblas, no hay sombras de muerte, que basten para ocultar a los que obran la iniquidad. •
[23] Pues no está en poder del hombre dejar de comparecer a juicio ante Dios. •
[24] El cual quitará de en medio a una multitud innumerable, y sustituirá otros en su lugar; •
[25] porque conoce bien sus fechorías; y por tanto prepara la noche en que serán aniquilados. •
[26] Los castigó como a impíos, a la vista de todo el mundo. •
[27] Porque, como de propósito, se alejaron de él; y no quisieron saber nada de todas sus disposiciones; •
[28] de suerte que hicieron subir hasta él los clamores de los miserables y el grito de los pobres.
[29] Porque al que él concede la paz, o le perdona, ¿quién lo condenará? Y ¿quién amparará al que él abandona, ya sea nación, o bien un particular? •
[30] El es el que permite que entre a reinar un hipócrita o tirano, por causa de los pecados del pueblo. •
[31] Ahora, pues, ya que he hablado de Dios y en su defensa, no estorbaré que hables tú también lo que quieras. •
[32] Si he errado, enséñame el error; si me pruebas que he hablado la iniquidad, no diré nada más.
[33] ¿Acaso te ha de pedir Dios a ti cuenta de mi discurso, que tanto te desagrada e inquieta? El hecho es que tú comenzaste a discurrir, y no yo; mas si sabes tú alguna cosa mejor, habla. •
[34] Pero yo quisiera escuchar a hombres de entendimiento, y hablar con gente sabia.
[35] Porque Job ha hablado neciamente, y sus palabras no suenan buena doctrina.
[36] Por lo mismo, oh Padre mío, sea Job atribulado hasta el fin; no dejes en paz a ese mal hombre. •
[37] Porque él añade a sus demás pecados la blasfemia; nosotros entretanto le estrecharemos, y entonces apele en sus discursos al juicio de Dios. •