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Job, 31


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[1] Desde joven hice pacto con mis ojos de no mirar, ni siquiera pensar con mal fin en una virgen.

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El juramento de inocencia es un acto de profesión de fe religiosa, que sometía un pleito al juicio de Dios. Eus. 9, 5-7; Mt. 5, 28.

[2] Porque de otra suerte, ¿qué comunicación tendría conmigo desde arriba Dios, ni qué parte me daría el Todopoderoso de su celestial herencia?

[3] Pues qué, ¿acaso no está establecida la perdición para los malvados, y el desheredamiento para los que cometen el pecado?

[4] ¿No es así que está el Señor observando mis caminos, y contando todos mis pasos?

[5] Si creéis que he seguido el camino de la vanidad, y que han corrido mis pies a urdir fraudes contra el prójimo,

[6] péseme Dios en su justa balanza; y él dará a conocer mi sencillez.

[7] Si desvié mis pasos del camino recto, y si mi corazón se fue tras de mis ojos, y se apegó alguna mancha a mis manos,

[8] siembre yo, y cómase otro el fruto y sea desarraigado mi linaje.

[9] Si mi corazón se dejó seducir del amor de mujer, y si anduve acechando a la puerta de mi amigo,

[10] sea mi mujer manceba de otro, y sirva a otros de prostituta.

[11] Porque es el adulterio un crimen enorme, y una iniquidad e injusticia horrenda.

[12] Es un fuego que consume hasta el exterminio, y que desarraiga todos los retoños.

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Acabando los linajes.

[13] Si me desdeñé de entrar en juicio con mi siervo y con mi sierva, cuanto tenían que pedirme alguna cosa en justicia,

[14] ¿qué será de mí cuando Dios haya de venir a juzgar? ¿Y qué podré responderle cuando me pregunte?

[15] ¿Acaso el que me creó a mí en las entrañas de mi madre, no es el mismo Dios que le ha creado a él? ¿No fue él el que nos formó a ambos en el seno materno?

[16] Si negué a los hombres lo que pedían; si burlé jamás la esperanza de la viuda;

[17] si comí solo mi bocado, y no comió también de él el huérfano

[18] (pues desde la infancia creció conmigo la misericordia, habiendo salido conmigo del vientre de mi madre);

[19] si no hice caso del que iba a perecer de frío por no tener ropa, ni del pobre que estaba desnudo;

[20] si no me llenaron de bendiciones los miembros de su cuerpo, al verse abrigados con la lana de mis ovejas;

[21] si alcé mi mano contra el huérfano, aun viéndome superior en el tribunal,

[22] despréndase mi hombro de su coyuntura, y quiébrese mi brazo con todos sus huesos.

[23] Porque yo siempre temí a Dios, considerando su enojo como olas hinchadas contra mí, y nunca puede soportar el peso de su majestad.

[24] Si yo creí que consistiese en el oro mi poder, y si dije al oro más acendrado: En ti pongo mi confianza;

[25] si puse mi consuelo en mis grandes riquezas, y en los muchos bienes que adquirieron mis manos;

[26] si mirando al sol cuando brillante nacía, o la luna en su mayor claridad,

[27] se regocijó interiormente mi corazón, y apliqué mi mano a la boca,

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En señal de adoración.

[28] lo cual es un delito grandísimo, y un renegar del altísimo Dios;

[29] si me holgué de la ruina del que me aborrecía, y celebré con aplauso el mal que le vino, castígueme Dios.

[30] Mas no fue así; porque no permití que mi lengua pecase, demandando con maldiciones su muerte.

[31] ¿Y las gentes de mi casa, no llegaron a prorrumpir: Quién nos diera que pudiésemos saciarnos de sus carnes?

[32] Jamás el peregrino se quedó al descubierto; siempre estuvo mi puerta abierta al pasajero.

[33] Si, como suelen hacer los hombres, encubrí mi pecado, y oculté en mi pecho mi maldad;

[34] si me intimidó el mucho gentío, o me atemorizó el desprecio de los parientes, y no más bien callé y sufrí, y me estuve quieto en mi casa, sea yo castigado de Dios.

[35] ¡Oh, quién me diera uno que desapasionadamente me oyese y que el Todopoderoso otorgase mi petición, y escribiese el proceso el mismo que juzga,

[36] para que yo pudiese llevarla sobre mis hombros, y ceñírmela como una diadema!

[37] A cada paso mío le iría recitando y se le presentaría a Dios como a mi príncipe.

[38] Finalmente, si la tierra que poseo clama contra mí, y los surcos se lamentan con ella;

[39] si he comido sus frutos sin pagar el precio, y he apremiado las personas de los cultivadores,

[40] me nazcan abrojos en vez de trigo, y espinas en lugar de cebada.

Job, 31