Jeremías, 4
[1] ¡Oh Israel, si te has de convertir de tus extravíos, conviértete a mí de corazón, dice el Señor! Si quitas tus escándalos o ídolos de mi presencia, no serás removido de tu tierra. •
[2] Y sea tu juramento (hecho con verdad, en juicio, y con justicia): Viva el Señor; y bendecirán y alabarán al Señor las naciones todas. •
[3] Porque esto dice el Señor a los varones de Judá y de Jerusalén : Preparad surco barbecho, y no sembréis sobre espinas. •
[4] Circuncidaos por amor del Señor, y separad de vuestro corazón las inmundicias, ¡oh vosotros, varones de Judá, y moradores de Jerusalén !, no sea que se manifieste cual fuego abrasador mi enojo, y suceda un incendio, y no haya quien pueda apagarle por causa de la malicia de vuestros designios. •
[5] Anunciad, pues, a Judá todo esto, y contadlo a Jerusalén ; echad la voz, y tocad la trompeta por todo el país. Gritad fuerte y decid: Jun-taos y encerrémonos en las ciudades fortificadas. •
[6] Alzad en Sión el estandarte; fortificaos, y no os detengáis; porque yo hago venir del septentrión el azote y una gran desolación. •
[7] Ha salido el león de su guarida, y se ha alzado el destrozador o conquistador de las gentes: se ha puesto en camino para asolar tu tierra; arruinadas serán tus ciudades, sin que quede un solo morador. •
[8] Por tanto vestíos de cilicio, prorrumpid en llanto y en alaridos; pues la tremenda indignación del Señor no se ha apartado de nosotros. •
[9] En aquel día, dice el Señor, desfallecerá el corazón del rey, y el corazón de los príncipes; estarán atónitos los sacerdotes, y consternados los profetas. •
[10] Y yo dije al oír eso: ¡Ay, ay, Señor Dios mío! ¡Ay!, ¿y es posible que hayas permitido que los falsos profetas alucinasen a este pueblo tuyo, y a Jerusalén , diciendo: Paz tendréis vosotros; cuando he aquí que la espada del enemigo ha penetrado hasta el corazón? •
[11] En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén : Un viento abrasador sopla de la parte del desierto, en el camino que viene de Babilonia a la hija de mi pueblo, y no es viento para aventar y limpiar el grano. •
A Jerusalén.
[12] Un viento más impetuoso me vendrá de aquel lado, y entonces yo les haré conocer la severidad de mis juicios. •
[13] He aquí que el ejército enemigo vendrá como una espesa nube, y sus carros de guerra como un torbellino; más veloces que águilas son sus caballos. ¡Ay desdichados de nosotros!, dirán entonces: Somos perdidos.
[14] Lava, pues, ¡oh Jerusalén !, tu corazón de toda malicia, si quieres salvarte. ¿Hasta cuándo tendrán acogida en ti los pensamientos nocivos o perversos?
[15] Mira que ya se oye la voz de uno que llega de Dan, y anuncia y hace saber que el ídolo está viniendo por el monte de Efraín. •
El ídolo del Fuego, a quien llevaban al frente de sus escuadrones los caldeos como vanguardia de la invasión.
[16] Decid, pues, a las gentes: Sabed que se ha oído en Jerusalén que vienen las milicias o tropas enemigas de lejanas tierras, y han alzado ya el grito contra las ciudades de Judá. •
[17] Se estarán día y noche alrededor de ella como los guardas en las heredades; porque me ha provocado a ira, dice el Señor.
[18] Tus procederes y tus pensamientos te han ocasionado, ¡oh Jerusalén !, estas cosas; esa malicia tuya es la causa de la amargura que ha traspasado tu corazón. •
[19] ¡Ay!, mis entrañas, las entrañas mías se han conmovido de dolor y congoja; todos los interiores afectos de mi corazón están en desorden; no puedo callar cuando ha oído ya mi alma el sonido de la trompeta, el grito de la batalla. •
[20] Ha venido desastre sobre desastre, y ha quedado asolada toda la tierra, de repente, en un momento fueron derribadas mis tiendas y pabellones. •
[21] ¿Hasta cuándo he de ver fugitivos a los de mi pueblo, y he de oír el sonido de la trompeta enemiga?
[22] El necio pueblo mío, dice el Señor, no me conoció, hijos insensatos son y mentecatos; para hacer el mal son sabios; mas el bien no saben hacerlo. •
[23] Eché una mirada a la tierra, y la vi vacía y sin nada; y a los cielos, y no había luz en ellos. •
[24] Miré los montes, y reparé que temblaban, y que todos los collados se estremecían.
[25] Estuve observando la Judea, y no se veía un hombre siquiera; y se habían retirado del país todas las aves del cielo. •
[26] Miré y vi convertidas en un desierto sus fértiles campiñas; todas sus ciudades han quedado destruidas a la presencia del Señor, a la presencia de su tremenda indignación. •
[27] Pero he aquí lo que dice el Señor: Toda la tierra de Judá quedará desierta, mas no acabaré de arruinarla del todo. •
[28] Llorará la tierra, y se enlutarán arriba los cielos, por razón de lo que decreté; lo resolví y no me arrepentí, ni ahora cambio de parecer. •
[29] Al ruido de la caballería y de los arqueros echó a huir toda la ciudad; corrieron a esconderse entre los riscos, se subieron a los peñascos; fueron desamparadas todas las ciudades, sin que quedase en ellas un solo habitante.
[30] ¿Y qué harás ahora, oh desolada hija de Sión? ¿Qué harás? Por más que te vistas de grana, aunque te adornes con joyas de oro, y pintes con antimonio tus ojos, en vano te engalanarás; tus amantes te han desdeñado, quieren acabar contigo. •
[31] Porque he oído gritos como de mujer que está de parto, ansias y congojas como de primeriza; la voz de la hija de Sión moribunda que extiende sus manos, y dice: ¡Ay de mí!, que me abandona mi alma al ver la mortandad de mis hijos. •