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Jeremías, 31


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[1] En aquel tiempo, dice el Señor, yo seré el Dios de todas las tribus de Israel, y ellas serán mi pueblo.

[2] Esto dice el Señor: En el desierto el resto del pueblo, que quedó libre del castigo, halló gracia delante de mí; también Israel llegará a la tierra de su descanso.

[3] Es verdad que me visitó el Señor, responde Israel, mas hace ya mucho tiempo. Te engañas, dice Dios, porque yo te he amado con perpetuo y no interrumpido amor; por eso, misericordioso, te atraje a mí.

[4] Y otra vez te renovaré y te daré nuevo ser, ¡oh virgen de Israel!; todavía saldrás acompañada del sonido de tus panderos, y caminarás rodeada de coros de música;

[5] todavía plantarás viñas en los montes de Samaria; y aquellos que las plantarán no recogerán su fruto hasta el tiempo prescrito.

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Lv. 19, 25.

[6] Porque tiempo vendrá en que los centinelas o jefes de mi pueblo clamarán sobre el monte de Efraín: Vamos todos, y subamos a Sión, al templo del Señor Dios nuestro.

[7] Porque esto dice el Señor: Regocijaos y haced fiestas por amor de Jacob , y prorrumpid en gritos de júbilo al frente de las naciones; resuenen vuestros cánticos, y decid: ¡Salva, Señor, al pueblo tuyo, salva las reliquias de Israel!

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La marcha triunfal de los repatriados. Is. 2, 3; Mic. 4, 2.

[8] Sabed, dice el Señor, que yo los conduciré a todos de las tierras del Norte, y los recogeré de los extremos de la tierra; entre ellos vendrán juntos el ciego y el cojo, la embarazada y la que dio a luz; grande será la muchedumbre de los que volverán acá.

[9] Vendrán llorando de gozo, y yo, compadecido de ellos, los conduciré a la vuelta por en medio de arroyos de frescas aguas, vía recta y sin ningún tropiezo; porque padre soy yo de Israel; y Efraín es mi primogénito.

[10] Escuchad, ¡oh naciones!, la palabra del Señor, y anunciadla a las islas más remotas, y decid: Aquel mismo que dispersó a Israel, lo reunirá y lo guardará como guarda el pastor a su rebaño.

[11] Pues el Señor ha redimido a Jacob , y lo ha librado de las manos del prepotente.

[12] Y así vendrán, y cantarán himnos a Dios en el monte Sión, y correrán en tropa a gozar de los bienes del Señor, del trigo, del vino, del aceite y de las crías de ovejas y de vacas, y estará su alma cual hermoso jardín abundante de aguas, y no padecerán ya más necesidades.

[13] Entonces se regocijarán las vírgenes al sonido de músicos instrumentos, y también los jóvenes a una con los ancianos. Yo cambiaré su llanto en gozo, y los consolaré, y los llenaré de alegría en cambio de su pasado dolor.

[14] Y saciaré el alma de los sacerdotes con otras carnes, y el pueblo mío será colmado de mis bienes, dice el Señor.

[15] Porque esto dice el Señor: Se han oído más allá en lo alto voces de lamentos, de luto y de gemidos, y son de Raquel, que llora sus hijos, y no quiere admitir consuelo en orden a la muerte de ellos, visto que ya no existen.

[16] El Señor dice así: Cesen tus labios de prorrumpir en voces de llanto, y tus ojos de derramar lágrimas; pues por tu pena recibirás galardón, dice el Señor, y ellos volverán de la tierra enemiga.

[17] Y para tus últimos días te queda la segura esperanza, dice el Señor, de que tus hijos volverán a sus hogares.

[18] He escuchado con atención a Efraín, que en su cautiverio dice: Tú me has castigado, oh Señor; yo cual indómito novillo he sido corregido. Conviérteme a ti, y yo me convertiré; pues tú, ¡oh Señor!, eres mi Dios.

[19] Porque estoy viendo ahora que después que tú me convertiste, yo he hecho penitencia; después que me iluminaste, he herido mi muslo; y he quedado confuso y avergonzado, porque he sufrido el oprobio de mi mocedad.

[20] ¿No es Efraín para mí el hijo querido, el niño que yo he criado con ternura? Desde que yo le he hablado, le traigo siempre en la memoria; por eso se han conmovido por amor suyo mis entrañas. Y tendré para con él entrañas de misericordia, dice el Señor.

[21] Seas, pues, oh Efraín, a manera de un centinela: Entrégate a las amarguras de la penitencia; convierte tu corazón hacia el recto camino, por donde anduviste; vuelve, ¡oh virgen de Israel!, vuelve, ¡oh pueblo mío!, vuelve a tus ciudades.

[22] ¿Hasta cuándo estás estragándote en medio de los deleites, oh hija perdida? Pues mira, el Señor ha hecho una cosa nueva, o milagrosa, sobre la tierra: Una mujer virgen encerrará dentro de sí al Hombre Dios.

[23] Esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Todavía se oirán estas palabras en la tierra de Judá y en sus ciudades, cuando yo hubiere redimido sus cautivos: Te bendiga el Señor, ¡oh mansión hermosa de la justicia, oh monte santo de Sión!

[24] Y habitará allí Judá y todas sus ciudades; así aquellos que labran la tierra como los que apacientan los ganados;

[25] porque yo embriagaré en Sión a toda alma sedienta, y hartaré a todo hambriento.

[26] Por eso desperté yo como de un sueño, y abrí los ojos, y me saboree con mi sueño profético.

[27] He aquí que viene el tiempo, dice el Señor, en que yo sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombres y de simiente de animales.

[28] Y al modo que puse mi atención en extirparlos, y abatirlos, y disiparlos, y desparramarlos, y afligirlos de mil maneras, así no perderé tiempo ahora para restaurarlos y plantarlos, dice el Señor.

[29] En aquellos días no se oirá más aquel dicho: Los padres comieron uvas agraces, y los hijos padecieron la dentera.

[30] Sino que cada uno morirá por su propio pecado: El hombre que comiere la uva agraz, ése sufrirá la dentera.

[31] He aquí que viene el tiempo, dice el Señor, en que yo haré una nueva alianza con la casa de Israel y con la casa de Judá.

[32] Alianza, no como aquella que contraje con sus padres el día que los cogí por la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; alianza que ellos invalidaron, y por tanto ejercí sobre ellos mi soberano dominio, dice el Señor.

[33] Mas ésta será la nueva alianza que yo haré, dice el Señor, con la casa de Israel, después que llegue aquel tiempo: Imprimiré mi ley en sus entrañas, y la grabaré en sus corazones; y yo seré su Dios, y ellos serán el pueblo mío.

[34] Y no tendrá ya el hombre que hacer de maestro de su prójimo, ni el hermano de su hermano, diciendo: Conoce al Señor. Pues todos me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande, dice el Señor, porque yo perdonaré su iniquidad, y no me acordaré más de su pecado.

[35] Esto dice el Señor, aquel Señor que envía el sol para dar luz al día, y ordena el curso de la luna y de los astros para esclarecer la noche; el que alborota el mar, y al instante braman sus olas; el que se llama Señor de los ejércitos.

[36] Cuando estas leyes, dice el Señor, establecidas por mi providencia vinieren a faltar, entonces podrá faltar también el linaje de Israel, y dejar de ser nación perdurable a mi presencia.

[37] Esto dice todavía el Señor: Cuando alguno pudiere medir allá arriba los cielos, y escudriñar allá abajo los cimientos de la tierra, entonces podré yo reprobar a todo el linaje de Israel por sus fechorías, dice el Señor.

[38] Sabed que llega el tiempo, añade el Señor, en que será edificada por el Señor la ciudad desde la torre de Hananeel hasta la puerta llamada del Rincón.

[39] Y la línea de la demarcación se tirará más adelante en frente de esa puerta sobre el collado de Gareb, y seguirá dando vuelta por el Goata,

[40] y por todo el Valle de los cadáveres y de la ceniza, y por todo el sitio de los ajusticiados, hasta el torrente de Cedrón y hasta la esquina de la puerta de los Caballos que está al oriente. El santuario del Señor nunca jamás será arrancado ni destruido.

Jeremías, 31