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Jeremías, 10


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[1] Oíd los de la casa de Israel las palabras que ha hablado el Señor acerca de vosotros.

[2] Esto dice el Señor: No imitéis las malas costumbres de las naciones; ni temáis las señales del cielo, que temen los gentiles.

[3] Porque las leyes de los pueblos vanas son y erróneas; visto que un escultor corta con el hacha un árbol del bosque, y lo labra con su mano;

[4] lo adorna con plata y oro; lo acopla y afianza con clavos, a golpe de martillo, para que no se desuna.

[5] Esta estatua ha salido recta y firme, como el tronco de una palmera; pero no habla; y la toman y la llevan donde quieren; porque ella de por sí no puede moverse. No temáis, pues, tales cosas o ídolos, pues que no pueden hacer ni mal ni bien.

[6] ¡Oh Señor!, no hay nadie semejante a ti. Grande eres tú, y grande es el poder de tu Nombre.

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Mic. 7, 18.

[7] ¿Quién no te temerá a ti, oh rey de las naciones? Porque tuya es la gloria; entre todos los sabios de las naciones, y en todos los reinos no hay ninguno semejante a ti.

[8] De necios e insensatos quedarán convencidos todos ellos; el leño, que adoran, es la prueba de su vanidad o insensatez.

[9] Se trae de Tarsis la plata en planchas arrolladas, y el oro de Ofaz; lo trabaja la mano del artífice y del platero; es vestida luego la estatua de jacinto y de púrpura. Obra de artífice es todo eso.

[10] Mas el Señor es el Dios verdadero; él es el Dios vivo y el rey sempiterno. A su indignación se estremecerá la tierra, y no podrán las naciones soportar su ceño.

[11] Así, pues, les hablaréis: Los dioses que no han hecho los cielos y la tierra perezcan de la faz de la tierra, y del número de las cosas que están debajo del cielo.

[12] El Señor es el que con su poder hizo la tierra; con su sabiduría ordenó el mundo, y extendió los cielos con su inteligencia.

[13] Con una sola voz reúne en el cielo una gran cantidad de aguas, y levanta de la extremidad de la tierra las nubes; resuelve en lluvia los rayos y relámpagos, y saca el viento de los depósitos suyos.

[14] Necio se hizo todo hombre con su ciencia de los ídolos; la misma estatua del ídolo es la confusión de todo artífice; pues no es más que falsedad lo que ha formado, un cuerpo sin alma.

[15] Cosas ilusorias son, y obras dignas de risa; todas ellas perecerán al tiempo de la visita.

[16] No, no es como estas estatuas aquel Señor, que es la suerte que cupo a Jacob ; pues él es el autor de todo lo creado, y es Israel la porción de su herencia; su nombre es Señor de los ejérci-tos.

[17] ¡Oh tú, Jerusalén !, que te hallarás luego sitiada, bien puedes ya reunir de toda la tierra tus ídolos, el oprobio tuyo.

[18] Pues mira lo que dice el Señor: Sábete que yo esta vez arrojaré lejos los moradores de esta tierra, y los atribularé de tal manera que nadie escapará.

[19] Entonces exclamarás: ¡Ay de mí infeliz en mi quebranto!, atrocísima es la llaga o calamidad mía. Pero esta desdicha, me digo luego a mí misma, yo me la he procurado, y justo es que la padezca.

[20] Asolada ha sido mi tienda; rotas todas las cuerdas que lo afianzaban; mis hijos, hechos cautivos, se han separado de mí, y desaparecieron; no queda ya nadie para levantar otra vez mis tiendas.

[21] Porque todos los pastores se han portado como insensatos, y no han ido en pos del Señor; por eso les faltó inteligencia o tino, y ha sido o va a ser dispersada toda su grey;

[22] porque he aquí que ya se percibe una voz, y un gran alboroto que viene de la parte del septentrión, para convertir en desiertos y en manida de dragones las ciudades de Judá.

[23] Conozco bien, ¡oh Señor!, que no está en el solo querer del hombre dirigir su camino; ni es del hombre andar, ni enderezar sus pasos.

[24] Castígame, ¡oh Señor!, pero sea según tu benigno juicio; y no según el motivo de tu furor, a fin de que no me reduzcas a la nada.

[25] Derrama más bien tu indignación sobre las naciones que te desconocen, y sobre las provincias que no invocan tu santo Nombre, ya que ellas se han encarnizado contra Jacob , y le han devorado, y han acabado con él, y disipado toda su gloria.

Jeremías, 10