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Isaías, 56


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[1] Esto dice el Señor: Osbervad las reglas de la equidad, y practicad la justicia; porque la salvación que yo envío, está para llegar, y va a manifestarse mi justicia.

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Esta parte, Tercer Isaías, cambia de tono, expresiones y perspectivas. La atmósfera es de cierto desengaño y frustración. Se cita al Segundo Isaías y se sienten ecos de su doctrina del universalismo, proximidad de la salvación y necesidad de purificarse.

[2] Bienaventurado el varón que así obra, y el hijo del hombre que a esto se atiene con firmeza; que observa el sábado, y no lo profana, y que guarda sus manos de hacer mal ninguno.

[3] Y no diga ya el hijo del advenedizo o gentil que por la fe está unido al Señor: El Señor me ha separado de su pueblo con un muro de división. Ni tampoco diga el eunuco: He aquí que yo soy un tronco seco y estéril.

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Mt. 19, 12.

[4] Porque esto dice el Señor a los eunucos: A los que observaren mis sábados o fiestas, y practicaren lo que yo quiero, y se mantuvieren firmes en mi alianza,

[5] les daré un lugar distinguido en mi casa, y dentro de mis muros, y un nombre más apreciable que el que les darían los hijos e hijas: Les daré yo un nombre sempiterno que jamás se acabará.

[6] Y a los hijos del advenedizo que se unen al Señor para honrarle, y amar su santo Nombre, y para ser fieles siervos suyos; a todos los que observen el sábado, que no lo profanen, y que guarden fielmente mi alianza,

[7] yo los conduciré a mi santo monte y en mi casa de oración los llenaré de alegría; me serán agradables los holocaustos y víctimas que ofrecerán sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.

[8] Dice también el Señor Dios que congrega a los dispersos de Israel: Yo le agregaré todavía aquellos que algún día se le reunirán.

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De las demás naciones. Jn. 10, 16; Rm. 11, 1.

[9] Vosotras las bestias todas del campo, todas las fieras del bosque, venid a devorar la presa.

[10] Ciegos son todos sus atalayas, ignorantes todos, perros mudos impotentes para ladrar, visionarios, dormilones y aficionados a sueños vanos.

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Los doctores y maestros de Israel.

[11] Y estos perros sin rastro de vergüenza, jamás se ven hartos de rapiñas. Los pastores mismos están faltos de toda inteligencia; todos van descarriados por su camino, cada cual a su propio interés desde el más alto hasta el más bajo.

[12] Venid, dicen, bebamos vino; y embriaguémonos bien, y lo mismo que hoy haremos también mañana, y mucho más.

Isaías, 56