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Isaías, 33


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[1] ¡Ay de ti, Sennaquerib, que saqueas a los otros! Que, ¿no serás tú también saqueado? Y tú que desprecias, ¿no serás también despreciado? Cuando acabes el saqueo, serás tú saqueado; cuando ya cansado dejes de menospreciar, serás tú menospreciado.

[2] Apiádate, Señor, de nosotros, pues siempre hemos esperado en ti; sé nuestra fortaleza desde la mañana y la salvación nuestra en el tiempo de tribulación.

[3] A la voz del ángel huyeron los pueblos; y al alzar tu brazo quedaron disipadas las naciones enemigas.

[4] Pueblos orgullosos, vuestros despojos serán recogidos, como se recogen las langostas, cuando hay tanta abundancia que se llenan de ellas los fosos.

[5] Engrandecido ha sido el Señor, que habita en lo alto, ha colmado a Sión de rectitud y de justicia.

[6] Y reinará la fe en tus tiempos, ¡oh príncipe!; la sabiduría y la ciencia son tus riquezas saludables, y el temor del Señor tu verdadero tesoro.

[7] Pero he aquí que desde afuera gritarán los que vean venir a los enemigos. Llorarán amargamente los ángeles o embajadores encargados de la paz.

[8] Desiertos están los caminos, ni un caminante se ve por las sendas; ha roto el enemigo la alianza, ha arruinado las ciudades, en nada estima a los hombres.

[9] En llanto está todo el país, y en lo sumo del abatimiento; cubierto de oprobio y envilecido el Líbano; el Sarón convertido en un páramo; el Basán y el Carmelo talados.

[10] Mas ahora me levantaré yo, dice el Señor, ahora seré ensalzado, ahora seré glorificado.

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Contra esos enemigos.

[11] Naciones orgullosas vosotras concebiréis fogosos designios contra mi pueblo; y el resultado será no más que paja; vuestro mismo espíritu cual fuego os devorará.

[12] Y quedarán estos pueblos como la ceniza después de un incendio; como haces de espinas serán pábulo de las llamas.

[13] Vosotros, los que estáis lejos, escuchad las cosas que he hecho yo, y aprended a conocer mi poder los que estáis cerca.

[14] Aterrados han sido de Sión los pecadores; y el temblor se ha apoderado de los hipócritas. ¿Quién de vosotros podrá habitar en un fuego devorador? ¿Quién de vosotros podrá morar entre los ardores sempiternos?

[15] Aquel que anda por las sendas de la justicia y habla verdad, que aborrece las riquezas adquiridas con la calumnia o extorsión, y tiene limpias sus manos de todo cohecho; que tapa sus orejas para no prestar oídos a los sanguinarios, y cierra sus ojos por no ver lo malo.

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Ps. 14, 2; 36 (35).

[16] Este es el que tendrá su morada en las alturas; vivirá seguro como en una alta roca; tendrá pan en abundancia, y nunca le faltará el agua.

[17] Sus ojos verán al rey de los cielos en su gloria; y la tierra la mirarán lejos de ellos.

[18] Entonces tu corazón hará memoria de sus pasados temores. ¿Dónde está, dirá él, el letrado? ¿Dónde el orgulloso que pesaba las palabras de la ley? ¿Dónde el maestro de niños?

[19] No verás ya, ¡oh príncipe! un pueblo descarado, un pueblo de un hablar oscuro, cuya algarabía de lenguaje no puedas entender, el cual carece de toda sabiduría.

[20] Vuelve la vista a Sión, ciudad donde se celebran nuestras solemnidades; tus ojos verán a Jerusalén , mansión opulenta; un tabernáculo o pabellón que no podrá ser trasladado a otra parte, pues ni las estacas serán jamás arrancadas, ni se romperá ninguna de sus cuerdas.

[21] Porque allí solamente hace nuestro Señor alarde de su magnificiencia. Aquel es lugar de ríos, de ríos anchísimos y caudalosos; no pasará por el barco de remos de ningún enemigo ni menos lo surcará galera grande de tres órdenes de remos.

[22] Pues el Señor es nuestro juez, el Señor nuestro legislador, el Señor nuestro rey; él es el que nos ha de salvar.

[23] Se aflojaron, ¡oh nave orgullosa! tus cables, y ya no servirán; quedará tan mal parado tu mástil, que no podrás desplegar una bandera. Entonces se repartirán los despojos, y el gran botín que habías hecho; hasta los cojos se llevarán parte de él.

[24] Y no dirá el vecino: Soy yo débil para llevarlo; y el pueblo que morará allí recibirá el perdón de sus pecados.

Isaías, 33