Isaías, 2
[1] Cosas que vio Isaías, hijo de Amós, tocante a Jerusalén y a Judá. •
[2] En los últimos días el monte en que se erigirá la casa del Señor, tendrá sus cimientos sobre la cumbre de todos los montes, y se elevará sobre los collados; y todas las naciones acudirán a él. •
[3] Y vendrán muchos pueblos y dirán: Ea, subamos al monte del Señor, y a la casa del Dios de Jacob , y él mismo nos mostrará sus caminos, y por sus sendas andaremos; porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor. •
Jerusalén como centro de instrucción para todo el mundo.
[4] Y él será el juez supremo de todas las gentes, y convencerá a muchos pueblos; los cuales de sus espadas forjarán rejas de arado, y hoces de sus lanzas; entonces no desenvainará la espada un pueblo contra otro, ni se adiestrarán más en el arte de la guerra. •
[5] ¡Oh vosotros de la casa de Jacob !, venid, y caminemos en la luz del Señor. •
[6] Pues tú, ¡oh Señor!, has desechado a tu pueblo, a los de la casa de Jacob , porque están llenos, como antiguamente, de superstición e idolatría, y han tenido adivinos como los filisteos, y se complacen en tener esclavos extranjeros. •
[7] Su país está rebosando de plata y oro, y son inagotables sus tesoros.
La prosperidad económica trajo magnificencia y corrupción.
[8] Su tierra está cubierta de caballos, y son innumerables sus carrozas. Y está lleno de ídolos su país, han adorado la obra de sus manos, la obra que habían formado con sus propios dedos. •
[9] Y delante de esta obra el hombre dobló la cerviz, y se humilló ante el varón. ¡Oh Señor!, no, no se lo perdones. •
[10] Métete entre las peñas, pueblo infiel, escóndete en las cavidades de la tierra, huye del semblante airado del Señor y de la gloria de su majestad. •
Ya puedes correr a meterte en las cuevas. Esto muestra el orgullo humillado.
[11] Los ojos altaneros del hombre serán humillados, y la altivez de los grandes quedará abatida, y sólo el Señor será ensalzado aquel día.
[12] Porque el día del Señor de los ejércitos va a aparecer terrible para todos los soberbios y altaneros, y para todos los arrogantes; y serán humillados; •
[13] y para todos los cedros más altos y erguidos del Líbano, y para todas las encinas de Basán; •
[14] y para todos los montes encumbrados; y para todos los collados elevados;
[15] y para todas las torres eminentes, y para todas las murallas fortificadas;
[16] y para todas las naves de Tarsis; y para todo lo que es hermoso y agradable a la vista. •
[17] Y la arrogancia de los hombres será doblegada o abatida, y humillada la altivez de los magnates, y sólo el Señor será el ensalzado aquel día.
[18] Y los ídolos todos serán hechos añicos. •
[19] Y se meterán los hombres en las cavernas de las peñas y en las concavidades de la tierra, por causa de la presencia formidable del Señor y de la gloria de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra. •
[20] Aquel día el hombre, aterrorizado, arrojará lejos de sí sus ídolos de plata y sus estatuas de oro, las imágenes de los topos y murciélagos, que se había hecho para adorarlas. •
[21] Y se entrará por las aberturas de las rocas y por las cavernas de los peñascos; aterrado por el miedo del Señor y por la gloria de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra.
[22] Cesad, pues, de irritar al hombre, que tiene el espíritu en las narices; porque él es el que ha sido considerado excelso o todopoderoso. •
Judá no debe confiar en el hombre que es sólo un soplo. Job. 7, 7.