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Isaías, 28


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[1] ¡Ay de la corona de soberbia de los embriagados de Efraín, de la flor caduca de la gloria y alegría de los que estaban en Samaria, en la cumbre del fertilísimo valle, dominados por el vino!

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La tribu de Efraín se ensoberbeció aún más cuando se vio cabeza del reino de las diez tribus. Ju. 8, 1; 12, 1.

[2] He aquí al Señor poderoso y fuerte, como pedrisco impetuoso, como torbellino quebrantador, como el ímpetu de muchas aguas que inundan y anegan un espacioso país.

[3] La corona de soberbia de los embriagados de Efraín, será hollada con los pies.

[4] Y la caduca flor de la gloria y alegría del que está sobre la cumbre del fertilísimo valle, será como un fruto temprano, que madura antes del otoño; al cual el primero que lo ve, al instante lo coge, y lo devora.

[5] Aquel día el Señor de los ejércitos será corona de gloria y guirnalda de regocijo para las reliquias de su pueblo.

[6] Y será espíritu de justicia para aquel que esté sentado en el trono, a fin de administrarla; y espíritu de fortaleza para aquellos valientes que vuelven de pelear en las puertas mismas de los enemigos.

[7] Mas aun éstos perdieron el entendimiento por el demasiado vino, y anduvieron dominados por su embriaguez. El sacerdote y el profeta perdieron el seso por su embriaguez, el vino los trastornó, la embriaguez los extravió del camino; no quisieron conocer al verdadero profeta, ni saber qué cosa es justicia.

[8] Porque todas las mesas atestadas están de vómito y de inmundicias, sin que quede ningún lugar limpio.

[9] ¿A quién comunicará el Señor la ciencia? ¿Y a quién dará la inteligencia de lo que dice? A los niños acabados de destetar, a los que son arrancados de los pechos de sus madres.

[10] Ya que dicen por escarnio: Manda, vuelve a mandar, ¡oh profeta!, manda, vuelve a mandar; espera, vuelve a esperar; espera, vuelve a esperar; un poquito aquí; otro poquito allí.

[11] Pero el Señor hablará con otros labios y otro lenguaje extraño a ese pueblo insano.

[12] Al cual dijo un día: Aquí tengo mi reposo; reparad las fuerzas del que está fatigado, que en eso consiste mi refrigerio; y no han querido escucharme.

[13] Y el Señor les dirá algún día: Manda, vuelve a mandar; manda, vuelve a mandar; espera, vuelve a esperar; un poquito aquí, otro poquito allí; y dejará que vayan y caigan de espaldas, y sean hollados y presos en los lazos.

[14] Por tanto, escuchad la voz del Señor, oh hombres escarnecedores que domináis al pueblo mío que está en Jerusalén .

[15] Pues vosotros dijisteis: Hemos hecho pacto con la muerte y un convenio con el infierno; cuando venga el azote como un torrente, no llegará a nosotros; porque nos hemos apoyado en la mentira o intriga, y ésta nos pondrá a cubierto.

[16] Por tanto, esto dice el Señor Dios: He aquí que yo pondré en los cimientos de la nueva Sión una piedra, piedra escogida, angular, preciosa, asentada por solidísimo fundamento; el que creyere, no se apresure.

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Cuantos crean en él no quedarán confundidos. Mt. 21, 42; 1Pe. 2, 6; Act. 4, 11; Rm. 9, 33.

[17] Y ejerceré el juicio con peso, y la justicia con medida; y un pedrisco trastornará la esperanza puesta en la mentira, y vuestra protección quedará sumergida en las aguas de la calamidad.

[18] Y el contrato vuestro con la muerte será cancelado, y no subsistirá vuestro pacto con el infierno; y cuando, como un torrente, venga el azote, os arrastrará consigo.

[19] Al instante que venga, os arrebatará; porque vendrá muy de madrugada, y continuará día y noche; y sólo la aflicción hará entender las cosas que se han escuchado.

[20] Porque el lecho es angosto en tal manera, que uno de los dos caerá; y tan pequeña la manta que no puede cubrir a ambos.

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Con esta frase proverbial, indica el Señor que su pueblo no puede estar unido con él y con los falsos dioses.

[21] Sabed que el Señor se levantará, como hizo en otro tiempo en el monte de las Divisiones, o Baalfarasim; se enojará como hizo en el valle de Gabaón, para ejecutar su obra o venganza, una obra que es ajena de él; para hacer su obra, una obra que es extraña de él.

[22] Dejad, pues, ya de burlaros de mis amenazas, porque no se aprieten más vuestras ligaduras. Porque el Señor Dios de los ejércitos es de quien he oído la destrucción de toda la tierra, o país que habitáis, la destrucción que sucederá dentro de poco.

[23] Prestadme vuestra atención, y oíd mi voz; atended y escuchad mi palabra.

[24] ¿Acaso el arador está siempre arando para sembrar?; ¿está siempre rompiendo o allanando la tierra?

[25] Luego que ha igualado su superficie, ¿no siembra por ventura el anís, esparce el comino, y pone con cierto orden, y en sus respectivos lugares, el trigo, la cebada, el mijo y la veza o arveja?

[26] Porque el Señor su Dios le da conocimientos en la agricultura, y le amaestra en estas labores.

[27] El anís no se trillará por medio de tablas con dientes de hierro o pedernal, ni sobre el comino andará dando vueltas la rueda del carro; sino que el anís será sacudido con una vara, y con unas varillas el comino.

[28] El trigo será trillado; mas no lo estará trillando sin término el que lo trilla, ni siempre la rueda del carro lo estará oprimiendo, ni hollándolo las pezuñas de las bestias.

[29] Esto es lo que ha decretado el Señor Dios de los ejércitos, el cual ha hecho admirables sus consejos y célebre la sabiduría de su justicia.

Isaías, 28