Hebreos, 3
[1] Por lo cual vosotros, mis santos hermanos, partícipes que sois de la vocación celestial, poned los ojos en Jesús , apóstol y sumo sacredote de nuestra profesión, o religión santa, •
[2] el cual es fiel al que le ha constituido tal, como lo fue también Moisés con respecto a toda su casa. •
Al pueblo de los judíos, de que fue caudillo.
[3] Considerad, pues, que fue digno de gloria tanto mayor que la de Moisés cuanto mayor dignidad u honra tiene que la casa, aquel que la construyó. •
[4] Ello es que toda casa por alguno es construida; mas el que creó y construyó todas las cosas es Dios.
[5] Y a la verdad Moisés fue fiel en toda la casa de Dios, o pueblo de Israel, como un sirviente enviado de Dios para anunciar al pueblo todo lo que tenía orden de decirle.
[6] Pero Cristo se ha dejado ver como hijo en su propia casa; la cual casa somos nosotros, si hasta el fin mantenemos firme la animosa confianza en él y la esperanza de la gloria. •
[7] Por lo cual nos dice el Espíritu Santo: Si hoy oyereis su voz, •
[8] no queráis endurecer vuestros corazones, como sucedió cuando el pueblo estaba en el desierto en el lugar llamado Contradicción y Murmuración, •
[9] en donde vuestros padres me tentaron, queriendo hacer prueba de mi poder, y en donde vieron las cosas grandes que hice.
[10] Yo sobrellevé a aquel pueblo con pena y disgusto por espacio de cuarenta años, y dije en mí mismo: Este pueblo sigue siempre los extravíos de su corazó,: él no conoce mis caminos,
[11] y así airado he jurado: Que no entrarán jamás en el lugar de mi descanso. •
[12] Mirad, pues, hermanos, no haya en algunos de vosotros corazón maleado de incredulidad, hasta abandonar al Dios vivo; •
[13] antes amonestaos todos los días los unos a los otros, mientras dura el día que se apellida de hoy, a fin de que ninguno de vosotros llegue a endurecerse con el engañoso atractivo del pecado. •
El tiempo de esta vida, hasta cuando llegue el día perpetuo de la eternidad.
[14] Puesto que venimos a ser participantes de Cristo , con tal que conservemos inviolablemente hasta el fin el principio del nuevo ser suyo que ha puesto en nosotros. •
Estamos unidos e incorporados con Jesucristo, desde cuando renacimos con él, recibimos la nueva vida de la gracia y fuimos hechos miembros de Cristo por medio del bautismo. Ef 3; Gal 3; 2 Cor 10.
[15] Mientras se nos dice: Si hoy oyereis su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como los israelitas en el tiempo de aquella provocación. •
[16] Pues algunos de los que la habían oído, irritaron al Señor, aunque no todos aquellos que salieron del Egipto por medio de Moisés. •
[17] Mas ¿contra quiénes estuvo irritado el Señor por espacio de cuarenta años? ¿No fue contra los que pecaron, cuyos cadáveres quedaron tendidos en el desierto? •
[18] ¿Y a quiénes juró que no entrarían jamás en su descanso, sino a aquellos que fueron incrédulos y desobedientes?
[19] En efecto, vemos que no pudieron entrar por causa de la incredulidad.