Hebreos, 10
[1] Porque no teniendo la ley más que la sombra de los bienes futuros, y no la realidad misma de las cosas, no puede jamás por medio de las mismas víctimas, que no cesan de ofrecerse todos los años, hacer justos y perfectos a los que se acercan al altar y sacrifican; •
[2] de otra manera hubieran cesado ya de ofrecerlas, pues que los sacrificadores, purificados una vez, no tendrán ya remordimiento de pecado; •
[3] con todo eso todos los años al ofrecerlas se hace conmemoración de los pecados;
[4] porque es de suyo imposible que con sangre de toros y de machos cabríos se quiten los pecados. •
[5] Por eso el Hijo de Dios al entrar en el mundo dice a su eterno Padre: Tú no has querido sacrificio, ni ofrenda; mas a mí me has apropiado un cuerpo mortal; •
[6] holocaustos por el pecado no te han agradado.
[7] Entonces dije: Heme aquí que vengo, según está escrito de mí al principio del libro, o Escritura sagrada, para cumplir, ¡oh Dios!, tu voluntad. •
[8] Ahora bien, diciendo: Tú no has querido, ni han sido de tu agrado los sacrificios, las ofrendas y holocaustos por el pecado, cosas todas que ofrecen según la ley; •
[9] y añadiendo: Heme aquí que vengo, ¡oh mi Dios!, para hacer tu voluntad; claro está que abolió estos últimos sacrificios, para establecer otro, que es el de su cuerpo. •
[10] Por esta voluntad, pues, somos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo hecha una vez sola. •
Del Padre eterno, cumplida por Jesucristo.
[11] Y así en lugar de que todo sacerdote de la antigua ley se presenta cada día, por mañana y tarde, a ejercer su ministerio y a ofrecer muchas veces las mismas víctimas, las cuales no pueden jamás quitar los pecados,
[12] este nuestro sumo sacerdote después de ofrecida una sola hostia por los pecados, está sentado para siempre a la diestra de Dios,
[13] aguardando entretanto lo que resta, es a saber, que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. •
[14] Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los que ha santificado. •
[15] Eso mismo nos testifica el Espíritu Santo. Porque después de haber dicho:
[16] He aquí la alianza que yo asentaré con ellos, dice el Señor, después de aquellos días imprimiré mis leyes en sus corazones y las escribiré sobre sus almas; •
[17] añade en seguida: Y ya nunca jamás me acordaré de sus pecados, ni de sus maldades.
[18] Cuando quedan, pues, perdonados los pecados, ya no es necesario la oblación por el pecado. •
[19] Esto supuesto, hermanos, teniendo la firme esperanza de entrar en el lugar santísimo o santuario del cielo, por la sangre de Cristo , •
[20] con la cual nos abrió camino nuevo y de vida para entrar por el velo, esto es, por su carne; •
Por su carne, dividida y sacrificada, que recibida en la Eucaristía, o espiritualmente por medio de la fe, nos conduce a la vida eterna.
[21] teniendo asimismo el gran sacerdote, Jesucristo, constituido sobre la casa de Dios, o la Iglesia, •
[22] lleguémonos a él con sincero corazón, con plena fe, purificados los corazones de las inmundicias de la mala conciencia, lavados en el cuerpo con el agua limpia del bautismo , •
[23] mantengamos firme la esperanza que hemos confesado (que fiel es quien hizo la promesa),
[24] y pongamos los ojos los unos en los otros para incentivo de caridad y de buenas obras,
[25] no desamparando nuestra congregación, o asamblea de los fieles, como es costumbre de algunos, sino, al contrario, alentándonos mutuamente, y tanto más cuanto más vecino viereis el día. •
El día del juicio, que comenzará en la muerte de cada uno.
[26] Porque si pecamos a sabiendas después de haber reconocido la verdad, ya no nos queda hostia que ofrecer por los pecados, •
[27] sino antes bien una horrenda expectación del juicio y del fuego abrasador, que ha de devorar a los enemigos de Dios.
[28] Uno que prevarique contra la ley de Moisés, y se haga idólatra, siéndole probado con dos o tres testigos es condenado sin remisión a muerte. •
[29] Pues ahora, ¿cuánto más acerbos suplicios, si lo pensáis, merecerá aquel que hollare al Hijo de Dios, y tuviese por vil e inmunda la sangre divina del Testamento, por la cual fue santificado, y ultrajare al Espíritu Santo autor de la gracia? •
[30] Pues bien conocemos quién es el que dijo: A mí está reservada la venganza, y yo soy el que la ha de tomar. Y también: El Señor ha de juzgar a su pueblo. •
[31] Horrenda cosa es por cierto caer en manos del Dios vivo. •
Ya no como Padre misericordioso, sino como Juez inexorable.
[32] Traed a la memoria aquellos primeros días de vuestra conversión, cuando después de haber sido iluminados sufristeis con valor admirable un gran combate de persecuciones; •
[33] por un lado habiendo servido de espectáculo al mundo, por las injurias y malos tratamientos que habéis recibido, y por otro tomando parte en las penas de los que sufrían semejantes indignidades.
[34] Porque os compadecisteis de los que estaban entre cadenas; y llevasteis con alegría la rapiña de vuestros bienes, considerando que teníais un patrimonio más excelente y duradero.
[35] No queráis, pues, malograr vuestra confianza, la cual recibirá un gran galardón.
[36] Porque os es necesaria la paciencia para que, haciendo la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. •
La promesa hecha a los que perseveran.
[37] Pues dentro de un brevísimo tiempo, dice Dios, vendrá aquel que ha de venir, y no tardará. •
[38] Entretanto el justo mío, añade el Señor, vivirá por la fe; pero si desertare, no será agradable sino aborrecible a mi alma. •
[39] Mas nosotros, hermanos, no somos de los hijos que desertan de la fe para perderse, sino de los fieles y constantes para poner a salvo al alma, y asegurarle la eterna gloria. •