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Genesis, 37


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[1] Pero Jacob habitó en el país de Canaán, donde su padre había vivido como extranjero.

[2] Y he aquí lo que pasó en su familia: José todavía muchacho, siendo de dieciséis años, apacentaba el ganado con sus hermanos; y estaba con los hijos de Bala y de Zelfa, mujeres de su padre; y acusó a sus hermanos ante el padre de un delito enorme.

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La genealogía de Jacob quedó interrumpida en la historia del patriarca José, con motivo de darse la genealogía de los hijos de Esaú; aquí vuelve Moisés a tomar el hilo de la historia de José. Gen 25.

[3] Amaba Israel a José más que a todos sus hijos, por haberle engendrado en la vejez, y le hizo una túnica bordada de varios colores.

[4] Al ver, pues, sus hermanos que el padre le amaba más que a todos sus hijos, le odiaban, y no podían hablarle sin agrura.

[5] Tras esto sucedió que habiendo tenido un sueño, se lo contó a sus hermanos; lo que fue incentivo de mayor odio,

[6] porque les dijo: Oíd lo que he soñado.

[7] Parecíame que estábamos atando gavillas en el campo, y como que mi gavilla se alzaba, y se tenía derecha, y que vuestras gavillas, puestas alrededor adoraban la mía.

[8] Respondieron sus hermanos: Pues qué, ¿has de ser tú nuestro rey?, ¿o hemos de estar sujetos nosotros a tu dominio? Así, pues, la materia de estos sueños y coloquios, fue fomento de la envidia y del odio.

[9] Vio también otro sueño, que refirió a sus hermanos, diciendo: He visto entre sueños, cómo el sol y la luna, y once estrellas me adoraban.

[10] Y habiéndolo contado a su padre y a sus hermanos, su padre le respondió, diciendo: ¿Qué quiere decir ese sueño que has visto?; ¿por ventura yo y tu madre y tus hermanos postrados por tierra te habremos de adorar?

[11] De aquí que sus hermanos le miraban con envidia; mas el padre consideraba en silencio estas cosas.

[12] Y como sus hermanos estuviesen en el territorio de Siquem apacentando los rebaños de su padre,

[13] le dijo Israel: Tus hermanos guardan las ovejas en los pastos de Siquem; ven, que quiero enviarte a ellos. Y respondiendo él:

[14] Pronto estoy. Jacob le añadió: Anda, ve y averigua si tus hermanos lo pasan bien, y si están en buen estado los ganados, y tráeme razón de lo que pasa. Despachado, pues, del valle de Hebrón, llegó a Siquem.

[15] Y habiéndole encontrado errante por los campos un hombre, le preguntó qué buscaba.

[16] A lo que respondió José: Ando en busca de mis hermanos, muéstrame dónde pastan los ganados.

[17] Le dijo aquél hombre: Se apartaron de este lugar, y les oí decir: Pasemos a Dotaín. Con esto se marchó José en busca de sus hermanos, y los halló en Dotaín.

[18] Los cuales luego que le vieron a lo lejos, antes que se acercase a ellos, trataron de matarle.

[19] Y se decían unos a otros: Aquí viene el soñador.

[20] Ea, pues, matémosle, y echémosle en una cisterna vieja; diremos que una bestia feroz lo devoró; y entonces se verá qué le aprovechan sus sueños.

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Había en los campos varios pozos, que servían para abrevar los ganados; aquí se habla de un pozo seco o sin uso.

[21] Oyendo esto Rubén, se esforzaba en librarle de sus manos, y decía:

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Gn. 42, 22.

[22] No le quitéis la vida, ni derraméis su sangre, sino echadle en aquella cisterna seca que está en el desierto, y no manchéis vuestras manos; lo que decía con el fin de librarle de ellos y restituirle a su padre.

[23] Apenas, pues, hubo llegado José a sus hermanos, le desnudaron de la túnica talar y de varios colores.

[24] Y le metieron en una cisterna vieja que no tenía agua.

[25] Y sentados a comer, vieron venir de Galaad una caravana de ismaelitas, con sus camellos cargados de aromas y bálsamos, y mirra destilada, que iban con dirección a Egipto.

[26] Entonces dijo Judá a sus hermanos: ¿Qué ganaremos con quitar la vida a nuestro hermano, y ocultar su muerte?

[27] Mejor es venderle a los ismaelitas, y no manchar nuestras manos; porque al fin, hermano nuestro es, y de nuestra misma carne. Asintieron los hermanos a sus razones.

[28] Y mientras pasaban unos negociantes madianitas, sacándole de la cisterna, le vendieron a aquellos ismaelitas, por veinte siclos de plata; quienes le condujeron a Egipto.

[29] Vuelto Rubén a la cisterna, no halló al muchacho;

[30] y rasgándose los vestidos, fue luego a sus hermanos, diciendo: El chico no aparece, ¿y a dónde iré yo ahora?

[31] Tomaron después ellos la túnica de José y la tiñeron en la sangre de un cabrito que habían matado;

[32] enviándola a su padre, y haciéndole decir por los portadores: Esta túnica hemos hallado; mira si es o no la túnica de tu hijo.

[33] El padre, habiéndola reconocido, dijo: La túnica de mi hijo es, una bestia feroz se le ha comido; una fiera ha devorado a José.

[34] Y rasgándose los vestidos, se vistió de cilicio, llorando por mucho tiempo a su hijo.

[35] Y juntándose todos los demás hijos para aliviar el dolor del padre, no quiso admitir consuelo ninguno, sino que decía: Descenderé deshecho en lágrimas a encontrar y unirme con mi hijo en el sepulcro. Y perseveró en el llanto.

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En estas palabras de Jacob se descubre la fe en la inmortalidad del alma y la reunión de los justos en otra vida venidera; de otro modo no podía decir Jacob que iría a reunirse con José, que creía una fiera.

[36] Entretanto los madianitas vendieron a José en Egipto a Putifar, eunuco o valido del faraón, y capitán de sus guardias.

Genesis, 37