Genesis, 15
[1] Pasadas, pues, que fueron estas cosas, habló el Señor a Abram, en una visión, diciendo: No temas, Abram, yo soy tu protector y tu galardón sobremanera grande. •
[2] A que respondió Abram: ¡Oh Señor Dios!, y ¿qué es lo que me has de dar? Yo me voy de este mundo sin hijos; y así habrá de heredarme el hijo del mayordomo de mi casa, ese Eliezer de Damasco. •
[3] Pues por lo que a mí toca, añadió Abram, no habiéndome tú concedido sucesión, he aquí que ha de ser mi heredero este siervo nacido en mi casa.
[4] Al punto le replicó el Señor, diciendo: No será éste tu heredero, sino un hijo que saldrá de tus entrañas, ése es el que te ha de heredar.
[5] Y le sacó afuera y le dijo: Mira al cielo, y cuenta, si puedes, las estrellas. Pues así, le dijo, será tu descendencia. •
[6] Creyó Abram a Dios, y su fe se le reputó por justicia. •
[7] Le díjo después: Yo soy el Señor, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte la posesión de esta tierra.
[8] Pero Abram repuso: ¡Oh Señor Dios!, ¿por dónde he de conocer que yo debo poseerla? •
[9] A lo que respondió el Señor, diciendo: Escógeme una vaca, una cabra y un carnero, todos de tres años, con una tórtola y una paloma. •
[10] Cogiendo, pues, Abram todos estos animales, los partió por medio, y puso las dos mitades una frente a otra con separación; pero las aves las dejó enteras. •
Los antiguos observaban este rito al hacer una alianza o pacto solemne, dando a entender que debía ser tratado como aquellos animales el primero que faltase a lo prometido. O también, que pasando los contrayentes por medio de las víctimas, quedaban unidos entre sí mediante el común sacrificio. Je. 34, 18-19.
[11] Y bajaban las aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram los ojeaba.
[12] Pero al poner del sol, un pesado sueño sorprendió a Abram, y se apoderó de él un vapor grande y se vió rodeado de tinieblas. •
[13] Entonces le fue dicho: Sepas desde ahora que tus descendientes han de vivir peregrinos en tierra ajena, donde los reducirán a esclavitud, y afligirlos han por espacio de cuatrocientos años. •
[14] Más a la nación, a quien han de servir, yo la juzgaré; y después de esto saldrán cargados de riquezas. •
[15] Entretanto tú irás en paz a juntarte con tus padres, terminando tus días en una dichosa vejez. •
[16] A la cuarta generación es cuando volverán acá; porque al presente no está todavía llena la medida de las maldades de los amorreos. •
[17] Puesto ya el sol, sobrevino una oscuridad tenebrosa, y apareció un horno humeando, y una llama viva de fuego que atravesaba por entre los animales divididos. •
La llama o columna de fuego era un símbolo de la divinidad o de Dios, que pasando por medio de las víctimas, confirmaba su alianza.
[18] Entonces el Señor firmó alianza con Abram, diciendo: A tu posteridad daré esta tierra desde el río del Egipto o Nilo hasta el grande río Eufrates. •
Gn. 12, 7; 13, 15; 26, 3-4; Dt. 34, 4; 2Sm. 4, 21; 2Pa. 9, 26.
[19] Los cineos, y los cenezeos, y los cedmoneos, •
[20] y los heteos, y los ferezeos, y también los rafaitas,
[21] y los amorreos, y los cananeos, y los gergeseos y los jebuseos.