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Exodo, 33


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[1] Habló después el Señor a Moisés, diciendo: Anda, parte de este lugar tú y el pueblo tuyo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra que tengo prometida con juramento a Abrahán, a Isaac y a Jacob , diciendo: A tu descendencia se la daré.

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Dios lo llama pueblo tuyo y no mío por la reciente idolatría del becerro. Gn. 12, 7.

[2] Y enviaré por precursor tuyo a un ángel, y echaré del país al cananeo, y al amorreo, y al heteo y al ferezeo, y al heveo y al jebuseo;

[3] a fin de que entres en la tierra que mana leche y miel. Porque yo no subiré a aquel país contigo; no sea que me viese obligado a destruirte en el camino, siendo como eres un pueblo de dura cerviz.

[4] Oyendo el pueblo estas tremendas palabras, prorrumpió en llanto; y ninguno se vistió con su acostumbrado adorno.

[5] Pues dijo el Señor a Moisés: Di a los hijos de Israel: Eres pueblo de dura cerviz; si yo llego una vez a aparecer en medio de ti, te exterminaré. Ahora bien, quítate tus atavíos para ver qué tengo de hacer contigo.

[6] Se despojaron, pues, los hijos de Israel de sus galas, al pie del monte Horeb.

[7] Y Moisés, también recogiendo el Tabernáculo, le puso o extendió lejos, fuera del campamento; y le llamó Tabernáculo de la Alianza. Por lo cual todos los del pueblo que tenían alguna cosa que consultar, salían fuera del campamento al Tabernáculo de la Alianza.

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El tabernáculo o pabellón era aquel en que solía Dios hablar a Moisés y adonde acudía el pueblo, para tratar los asuntos concernientes a Dios.

[8] Y cuando Moisés salía para ir al Tabernáculo, se levantaban todas las gentes, y quedaba cada cual en pie a la puerta de su pabellón, siguiendo con sus ojos tras de Moisés, hasta que entraba en el Tabernáculo

[9] Entrado ya en el Tabernáculo de la Alianza, descendía la columna de nube, y quedaba fija en la puerta, y hablaba Dios con Moisés,

[10] viendo todos cómo la columna de nube quedaba fija en la puerta del Tabernáculo. Y así estaban ellos mismos también a las puertas de sus pabellones, adorando allí al Señor.

[11] El Señor hablaba a Moisés cara a cara, como un hombre suele hablar a un amigo. Y cuando él volvía al campamento, el joven Josué, ministro o servidor suyo, hijo de Nun, no se apartaba del Tabernáculo.

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Josué tenía cerca de cincuenta años; pero es llamado joven o muchacho, según el estilo de la época.

[12] Dijo Moisés al Señor: Tú me mandas que salga conduciendo a este pueblo; y no me haces saber quién es aquel a quien has de enviar conmigo, y eso habiéndome dicho: Te conozco o amo particularmente, y has hallado gracia en mis ojos.

[13] Si es así que yo he hallado gracia en tu presencia, muéstrame tu rostro, para que yo te conozca, y halle gracia ante tus ojos; vuélvelos sobre esta nación, la cual es el pueblo tuyo.

[14] Respondió el Señor: Yo mismo iré en persona delante de ti y te procuraré el descanso.

[15] Replicó Moisés: Si tú mismo no vas delante, no nos hagas salir de este sitio.

[16] ¿Pues en qué podremos conocer yo y tu pueblo haber hallado gracia en tu acatamiento, si no vienes con nosotros, para que seamos respetados de todos los pueblos que habitan en la tierra?

[17] Respondió el Señor a Moisés: También haré lo que me acabas de pedir; porque has hallado gracia en mis ojos, y te téngo conocido o te amo muy particularmente.

[18] Le dijo Moisés: Muéstrame tu gloria.

[19] Respondió el Señor: Yo te mostraré a ti todo el bien, y pronunciaré el nombre inefable del Señor delante de ti. Yo usaré de misericordia con quien quisiera, y haré gracia a quien me plazca.

[20] En cuanto a ver mi rostro, prosiguió el Señor, no lo puedes conseguir; porque no me verá hombre ninguno, sin morir.

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El Señor o un ángel hablaba a Moisés desde la nube. Ex. 34, 6; Rm. 9, 15-16.

[21] Mas yo tengo aquí, añadió, un paraje especial mío. Tú, pues, te estarás sobre aquella peña;

[22] y al tiempo de pasar mi gloria, te pondré en el resquicio de la peña, y te cubriré con mi mano derecha, hasta que yo haya pasado.

[23] Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; pero mi rostro no podrás verle.

Exodo, 33