Eclesiástico, 5
[1] No pongas tu confianza en las riquezas inicuas, y no digas: Tengo lo bastante para vivir; porque de nada te servirá eso al tiempo de la divina venganza y de la oscuridad de la muerte. •
Todas las riquezas pueden ser vanas, si son ocasión de iniquidad o son adquiridas injustamente. Lo mismo ocurre con el poder y la fuerza.
[2] Cuando seas poderoso, no sigas los depravados deseos de tu corazón; •
[3] ni andes diciendo: ¡Gran poder es el mío! ¿Quién podrá hacerme dar razón de mis acciones?, pues Dios segurísimamente tomará de ti terrible venganza. •
¿O ponerme a mí la ley? Ps. 11, 5.
[4] Tampoco digas: Yo pequé; ¿y qué mal me ha venido por eso? Porque el Altísimo, aunque paciente y misericordioso, da el pago merecido. •
[5] Del pecado perdonado no quieras estar sin temor ni añadas pecados a pecados. •
[6] No digas: ¡Oh, la misericordia del Señor es grande!; él me perdonará mis muchos pecados.
[7] Porque tan pronto como ejerce su misericordia, ejerce su indignación, y con ésta tiene fijos sus ojos sobre el pecador. •
Este aviso se dirige al pecador obstinado.
[8] No tardes en convertirte al Señor, ni lo difieras de un día para otro; •
[9] porque de repente sobreviene su ira, y el día de la venganza acabará contigo.
[10] No tengas, pues, ansia de adquirir riquezas injustas; porque de nada te aprovecharán el día de la obscuridad y de la venganza. •
[11] No te vuelvas a todos vientos, ni quieras ir por cualquier camino; porque de eso se convence reo todo pecador que usa doble lenguaje. •
[12] Manténte firme en el camino del Señor, y en la verdad de tus sentimientos, y en tu saber o ciencia; y vaya siempre contigo la palabra de paz y de justicia. •
[13] Escucha con cachaza o sosiego lo que te dicen; a fin de que lo entiendas, y puedas dar con prudencia una cabal respuesta. •
[14] Si tienes inteligencia, responde al prójimo; pero si no, ponte la mano sobre la boca para que no te cojan en alguna palabra indiscreta, y quedes avergonzado. •
[15] El honor y la gloria acompañan al discurso del hombre sensato; mas la lengua del imprudente viene a ser la ruina de éste.
[16] Guárdate de ser chismoso o detractor, y de que tu lengua sea para ti un lazo y motivo de confusión. •
[17] Porque el ladrón cae en la confusión y arrepentimiento al verse sorprendido; y el hombre de doble lenguaje, en una infamia grandísima; pero el chismoso o detractor se acarrea el odio, la enemistad y el oprobio.
[18] Haz igualmente justicia a los pequeños y a los grandes. •