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Eclesiástico, 18


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[1] El que vive eternamente creó todas las cosas sin excepción. Sólo Dios será siempre hallado justo, y él es el rey invencible que subsiste eternamente.

[2] ¿Quién es capaz de referir todas sus obras?

[3] ¿O quién puede investigar sus maravillas?

[4] Pues su omnipotente grandeza ¿quién podrá jamás explicarla?, ¿o quién emprenderá contar sus misericordias?

[5] No hay que quitar ni que añadir en las admirables obras del Señor, ni hay quien pueda comprenderlas.

[6] Cuando el hombre hubiere acabado, entonces estará al principio ; y cuando cesare, quedará absorto.

[7] ¿Qué es el hombre?, ¿y en qué puede ser útil a Dios? ¿Qué le importa a Dios su bien o su mal?

show note 1

Job. 22, 3.

[8] El número de los días del hombre, cuando mucho, es de cien años; que vienen a ser como una gota de las aguas del mar, y como un granito de arena; tan cortos son estos años comparados con el día de la eternidad.

[9] Por eso Dios aguanta a los mortales y derrama sobre ellos su misericordia.

[10] Está viendo la presunción de sus corazones, que es mala, y conociendo el trastorno de ellos, que es perverso.

[11] Por esto les manifestó de lleno su clemencia, y les mostró el camino de la equidad o justicia.

[12] La compasión del hombre tiene por objeto a su prójimo; pero la misericordia de Dios se extiende sobre toda carne o a todo viviente.

[13] El tiene misericordia, y los amaestra, y los guía cual pastor a su grey.

[14] El es benigno con los que escuchan la doctrina de la misericordia, y son solícitos en la práctica de sus preceptos.

[15] Hijo, no juntes con el beneficio que hagas la reprensión, ni acompañes tus dones con la aspereza de malas palabras.

[16] ¿No es verdad que el rocío templa el calor?; pues así también la buena palabra vale más que la dádiva.

[17] ¿No conoces tú que la palabra dulce vale más que el don? Pero el hombre justo acompañará lo uno con lo otro.

[18] El necio prorrumpe ásperamente en improperios, y la dádiva del hombre mal criado y duro entristece y saca lágrimas de los ojos.

[19] Antes del juicio o de presentarte al juez, asegúrate de tu justicia; y antes que hables, aprende.

[20] Antes de la enfermedad toma el preservativo; y antes del juicio examínate a ti mismo, y así hallarás misericordia en la presencia de Dios.

[21] Antes de la dolencia mortifícate y humíllate; y en el tiempo de tu enfermedad haz conocer tu conversión y buena conducta.

[22] Nada te detenga de orar siempre que puedas; ni te avergüences de hacer buenas obras hasta la muerte; porque la recompensa de Dios dura eternamente.

[23] Antes de la oración prepara tu alma, y no quieras ser como el hombre que tienta a Dios.

[24] Acuérdate de la ira que vendrá el día final, y del tiempo de la retribución, cuando Dios apartará su rostro de los impíos.

[25] Acuérdate de la pobreza en el tiempo de la abundancia y de las miserias de la pobreza en tiempo de las riquezas.

[26] De la mañana a la tarde se cambiará el tiempo, y todo esto se hace muy pronto a los ojos de Dios.

[27] El hombre sabio temerá en todo, y en los días de pecados, o escándalos grandes, se guardará de la negligencia.

[28] Todo hombre sensato sabe distinguir la sabiduría, y alaba al que la ha hallado.

[29] Los hombres juiciosos se portan con prudencia en el hablar, y entienden la verdad y la justicia, y esparcen como lluvia proverbios y sentencias.

[30] No te dejes arrastrar de tus pasiones, y refrena tus apetitos.

show note 1

Rom 6, 12; 13, 14.

[31] Si satisfaces los antojos de tu alma, ella te hará la risa y fábula de tus enemigos.

[32] No gustes de andar en los bullicios, ni aun en los de poca monta; porque ocurren en ellos continuos conflictos.

[33] Mira no te empobrezcas con tomar dinero a usura para competir o seguir disputas con los otros, teniendo vacío tu bolsillo; pues serás injusto contra tu propia vida.

Eclesiástico, 18