Eclesiástico, 11
[1] La sabiduría ensalzará al humilde, y le dará asiento en medio de los magnates. •
[2] No alabes al hombre por su bello aspecto, ni desprecies a nadie por su sola presencia exterior. •
[3] Pequeña es la abeja entre los volátiles; mas su fruto es el primero en la dulzura. •
[4] No te gloríes jamás por el traje de distinción que llevas, y no te engrías cuando te veas ensalzado en alto puesto; porque sólo las obras del Altísimo son las admirables, y gloriosas son ellas y ocultas, y nunca bien conocidas. •
[5] Se sentaron en el trono muchos tiranos; y un hombre, en quien nadie pensaba, se ciñó la diadema. •
[6] Al contrario, cayeron en gran ignominia muchos potentados; y los magnates fueron entregados como esclavos en poder de otros. •
[7] A nadie reprendas antes de informarte; y habiéndote informado, reprenderás con justicia. •
[8] Antes de haber escuchado no respondas palabra; y mientras otro habla, no lo interrumpas. •
[9] No porfíes sobre cosa que no te importa nada; ni te unas con los pecadores para juzgar o censurar vidas ajenas.
[10] Hijo, no quieras abarcar muchos negocios; porque si te hicieras rico, no serás exento de culpa. Yendo tras muchas cosas, no llegarás a alcanzar ninguna; y por más diligencias que hagas, no podrás dar salida a todas. •
[11] Hay hombre que, estando falto de piedad, trabaja y se afana, y se duele de no ser rico, y tanto menos se enriquece. •
[12] Al contrario, hay otro lánguido y necesitado de amparo, muy falto de fuerzas y abundante de miseria, pero piadoso; •
[13] y a éste Dios lo mira con ojos benignos, y lo alza de su abatimiento, y le hace levantar cabeza; de lo cual quedan muchos maravillados, y glorifican a Dios. •
[14] De Dios vienen los bienes y los males, la vida y la muerte, la pobreza y la riqueza. •
[15] De Dios son la sabiduría, y la disciplina, y la ciencia de la ley; y del mismo son la caridad, y las obras que hacen los buenos. •
[16] El error y las tinieblas son connaturales a los pecadores: y los que se glorían en el mal, envejecen en la malicia. •
[17] El don o la gracia de Dios permanece en los justos; e irá creciendo continuamente con feliz suceso. •
[18] Hay quien se hace rico viviendo con escasez; y el único fruto que tiene por recompensa
[19] es decir: Yo he hallado mi reposo, y ahora comeré de mis bienes yo solo. •
[20] Mas él no sabe cuánto tiempo le resta; y no piensa que se le acerca la muerte, y que todo lo ha de dejar a otros, y que él se morirá.
[21] Persiste constante en tu pacto, y de éste trata, y acaba tus días cumpliendo con aquello que te está mandado. •
[22] No fijes tu consideración en las obras de los pecadores en su prosperidad; confía en Dios, y manténte en tu puesto, •
[23] que fácil es a Dios enriquecer en un momento al pobre. •
[24] La bendición de Dios apresura a recompensar al justo, y en breve tiempo lo hace crecer y fructificar. •
[25] No digas: ¿Qué me queda ya que hacer?, ¿y qué bienes me vendrán en lo venidero? •
[26] Tampoco digas: Me basto yo a mí mismo: ¿y qué mal puedo temer para en adelante? •
[27] En los días buenos no te olvides de los días malos, y en el día malo acuérdate del día bueno. •
[28] Porque fácil es a Dios el dar a cada uno en el día de la muerte el pago según sus obras. •
[29] Una hora de mal hace olvidar los mayores deleites; y en el fin del hombre se manifiestan sus obras. •
[30] No alabes a nadie antes de su muerte; porque al hombre se le ha de conocer en sus hijos. •
[31] No introduzcas en tu casa toda suerte de personas; pues son muchas las asechanzas de los maliciosos.
[32] Porque así como un estómago fétido arroja regüeldos, y como la perdiz, por medio del reclamo, es conducida a la trampa, y la corza al lazo, así sucede con respecto al corazón del soberbio; el cual como de una atalaya está acechando la caída de su prójimo; •
[33] y convirtiendo el bien en mal, está poniendo asechanzas; y pondrá tacha aun en los mismos varones escogidos. •
[34] Por una chispa se levanta un incendio, y por un hombre doloso se vierte mucha sangre; porque el pecador pone asechanzas a la vida de sus hermanos. •
[35] Guárdate del hombre corrompido, pues está fraguando males, no sea que te cubra de perpetua infamia. •
[36] Si admites en tu casa al extranjero, idólatra y vicioso, te trastornará como torbellino, y te despojará aun de lo tuyo. •