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Ester, 14


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[1] Asimismo la reina Ester, aterrada del peligro inminente, recurrió al Señor,

[2] y depuestas sus vestiduras reales, tomó un traje propio del tiempo de llanto y de luto; y en vez de varios perfumes, cubrió su cabeza de ceniza y de basura, y mortificó su cuerpo con ayunos, y esparcía los cabellos, que se arrancaba, por todos aquellos sitios en que antes acostumbraba divertirse.

[3] Y hacía oración al Señor Dios de Israel, diciendo: Oh Señor mío, tú eres el único rey nuestro, socórreme en el desamparo en que me hallo, pues no tengo otro protector fuera de ti.

[4] Mi peligro es inminente.

[5] Yo oí cantar a mi padre cómo tú, oh Señor, escogiste a Israel de entre todas las naciones, y a nuestros padres de entre todos sus antepasados para poseerlos eternamente como herencia tuya, y te portaste con ellos como habías prometido.

[6] Nosotros pecamos en tu presencia, y por eso nos has entregado en manos de nuestros enemigos;

[7] porque hemos adorado sus dioses. Justo eres, oh Señor.

[8] Mas ahora no se contentan de tenernos oprimidos con durísima esclavitud, sino que, atribuyendo al poder de los ídolos la fortaleza de sus brazos,

[9] presumen desbaratar tus promesas, y destruir tu heredad, y tapar la boca de los que te alaban, y extinguir la gloria de tu templo y de tu altar,

[10] a fin de que abran los gentiles sus bocas y desaten sus lenguas en alabanzas de poder de los ídolos y celebren perpetuamente la gloria de un rey de carne y sangre.

[11] No entregues, oh Señor, tu cetro a los que nada son, para que no se rían de nuestra ruina, antes bien vuelve contra ellos sus tramas, y derriba al soberbio Amán, que ha empezado a ensañarse contra nosotros.

[12] Acuérdate, Señor, de nosotros, y muéstranos tu rostro en el tiempo de nuestra tribulación, y dame a mí firme esperanza, oh Señor, Rey de los dioses, y de todas las potestades.

[13] Pon en mi boca palabras discretas así que me presente al león Asuero, y muda su corazón a que aborrezca a nuestro enemigo, para que perezca éste con todos sus cómplices.

[14] Y líbranos con tu mano poderosa; y asísteme a mí, oh Señor, tú eres mi único auxilio, tú que conoces todas las cosas,

[15] Y sabes que aborrezco la gloria de los inicuos, y detesto el lecho de los incircuncisos, y de cualquier extranjero.

[16] Tú conoces mi necesidad, y que abomino el soberbio distintivo de mi gloria que llevo sobre mi cabeza en los días de gala y lucimiento, y que antes bien me da asco, cual paño de una menstruosa, y que nunca me lo pongo en los días de mi retiro y vida privada.

[17] Sabes que nunca he comido en la mesa de Amán, y no me han deleitado los convites del rey, ni he bebido vino de libaciones;

[18] y que desde el día en que fui trasladada acá hasta el presente, jamás ha tenido esta tu sierva contento sino en ti, oh Señor Dios de Abrahán.

[19] Oh Dios poderoso sobre todos, escucha las voces de aquellos que no tienen otra esperanza sino en ti, y sálvanos de las manos de los malvados, y líbrame a mí de mis temores.

Ester, 14