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Ester, 13


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[1] El tenor de la carta de Amán contra los judíos era éste: El muy grande rey Artajerjes que reina desde la India hasta la Etiopía, a los principales y gobernadores de las ciento veintisiete provincias que están sujetas a su imperio, salud.

[2] Siendo yo emperador de muchísimas naciones, y habiendo sometido a mi dominio toda la tierra, no he querido abusar de ningún modo de la grandeza de mi poderío, sino antes bien gobernar a mis vasallos con clemencia y mansedumbre, para que pasando la vida con sosiego, sin temor alguno gozasen la paz deseada de todos los morta-les.

[3] E informándome de mis consejeros del modo que esto podría conseguirse, uno de ellos llamado Amán, que aventajaba a los demás en sabiduría y fidelidad, y tenía el segundo puesto en el reino,

[4] me significó estar esparcido por toda la tierra un pueblo que se gobernaba con leyes nuevas y portándose contra la costumbre de todas las gentes, menospreciaba las órdenes de los reyes, y con sus disensiones turbaba la concordia de todas las naciones.

[5] Lo cual entendido por nosotros, viendo que una sola nación se opone a todo el género humano, usa de leyes perversas, y desobedece nuestros decretos, perturba la paz y concordia de las provincias que nos están sujetas;

[6] hemos decretado que todos cuantos fueren designados por Amán (el cual tiene la superintendencia de todas las provincias y es el segundo después de nosotros, y a quien honramos como a padre) sean exterminados por sus enemigos, con las mujeres e hijos, el día catorce del mes duodécimo llamado Adar, del presente año, sin que nadie los perdone.

[7] A fin de que estos hombres malvados, bajando al sepulcro en un mismo día, restituyan a nuestro imperio la paz que le habían quitado.

[8] Hizo, pues, Mardoqueo oración al Señor, y representándole todas las maravillas que había obrado,

[9] dijo: Señor, oh Señor rey omnipotente, de tu potestad dependen todas las cosas, y no hay quien resista a tu majestad.

[10] Tú hiciste el cielo y la tierra, y todo cuanto el ámbito de los cielos abraza.

[11] Tú eres el Señor de todas las cosas, y no hay quien resista a tu Majestad.

[12] Tú lo sabes todo, y por consiguiente sabes que no por soberbia, ni por desdén, ni por ambición de gloria he hecho esto de no adorar al soberanísimo Amán

[13] (porque para salvar a Israel estaría pronto a besar de buena gana aun las huellas de sus pies);

[14] pero yo he temido trasladar a un hombre el honor debido a mi Dios, y adorar a ningún otro que al Dios mío.

[15] Por tanto ahora, oh Señor, Rey de reyes, oh Dios de Abrahán apiádate de tu pueblo; pues nuestros enemigos quieren perdernos y acabar con tu heredad.

[16] No menosprecies tu posesión, este pueblo rescatado por ti de Egipto.

[17] Escucha mis súplicas, y muéstrate propicio a una nación que has escogido por herencia tuya, y convierte nuestro llanto en gozo, para que viviendo alabemos, oh Señor, tu santo Nombre; y no cierres las bocas de los únicos que cantan tus alabanzas.

[18] Al mismo tiempo todo Israel orando unánimemente clamó al Señor, viéndose amenazados todos de una muerte irremediable.

Ester, 13