Eclesiastés, 6
[1] He visto todavía otra miseria en este mundo, y que es harto común entre los mortales; •
[2] un hombre a quien Dios ha dado riquezas, y haciendas, y honores, sin que le falte cosa de cuantas desea su alma; mas Dios no le da facultad para disfrutar de ellas; sino que abandonándolo a la avaricia, otro hombre extraño lo ha de devorar todo; vanidad es ésta y miseria muy grande. •
[3] Supongamos que tenga un centenar de hijos, y viva muchos años hasta la más avanzada edad; pero que su alma no se sirva de los bienes que posee, y aun venga a carecer de sepultura; de este tal digo yo que es de peor condición que un aborto. •
[4] Puesto que éste en vano vino al mundo, y luego va a las tinieblas del sepulcro, y quedará su nombre sepultado en el olvido, •
[5] sin haber visto jamás el sol, ni conocido la diferencia del bien y del mal.
[6] Mas el avaro, aunque haya vivido dos mil años, si no ha podido gozar de los bienes, ¿acaso no corren todas las cosas con él a un mismo paradero?
[7] Todo el afán del hombre es para saciar su boca o apetito; mas su alma, que es inmortal, no quedará con esto saciada. •
[8] ¿Cuál es la ventaja del sabio respecto del insensato? ¿Cuál la del pobre, sino encaminarse allá donde se halla la verdadera vida? •
[9] Mejor es el ver y gozar lo que deseas, que codiciar cosas que ignoras; pero también esto es vanidad y presunción de espíritu. •
[10] El que aun ha de ser engendrado, ya es conocido de Dios por su propio nombre; y se sabe que siendo como será un hombre mortal, no podrá contender en juicio con Dios, que es más fuerte que él. •
[11] Mucho se habla y discurre en las disputas, y en todas ellas se ve mucha vanidad. •
[12] ¿Qué necesita el hombre andar inquiriendo cosas superiores a su capacidad, cuando ignora lo que le es conducente durante su vida, en el corto número de días de su peregrinación, y en el tiempo de ella, que pasa como sombra? ¿Ni quién podrá descubrirle lo que ha de suceder después de él debajo del sol?