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Eclesiastés, 12


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[1] Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud antes que con la vejez venga el tiempo de la aflicción y se lleguen aquellos años en que dirás: ¡Oh años displicentes!

[2] Antes que, debilitándose tu vista, se te oscurezca el sol, y la luz de la luna y de las estrellas; y tras la lluvia vuelvan las nubes.

[3] No esperes a obrar bien cuando temblarán tus manos y piernas, guardas que son de la casa de tu alma, y debilitadas las rodillas bambolearán los varones robustos; y cuando las que muelen en la boca la comida serán en corto número y estarán ociosas; y cuando quedarán en tinieblas los ojos que miran por las ventanas;

[4] y se cerrarán los labios, puertas que son de la calle, por la voz débil de la lengua que hace el oficio del que muele; e insomnes los hombres se levantarán a la voz de un pájaro, y quedarán sordas sus orejas, que son las que perciben el canto o la armonía.

[5] Cuando, trémulos, temerán subir a los lugares altos, y tendrán miedo de caer en el camino llano; cuando florecerá el almendro, o se pondrá cana su cabeza, se engrosará la langosta, o hincharán las piernas, y se disipará la alcaparra a todo apetito. Porque el hombre ha de ir a la casa de su eternidad, y los enlutados le acompañarán algún día por las calles.

[6] Acuérdate de Dios antes que se rompa el cordón de plata, o médula espinal, y se arrugue la venda de oro o membrana que envuelve el cerebro, y se haga pedazos el cántaro sobre la fuente y se quiebre la polea sobre la cisterna;

[7] y en suma, antes que el polvo se vuelva a la tierra de donde salió, y el espíritu vuele a Dios, que le dio el ser.

[8] Vanidad de vanidades, dijo el Eclesiastés, y todo es vanidad.

[9] El Eclesiastés o Predicador, siendo como era sapientísimo, enseñó al pueblo y refirió las cosas o indagaciones que había hecho; y sobre ellas compuso muchas parábolas.

[10] Recogió sentencias provechosas y escribió documentos rectísimos y llenos de verdad.

[11] Los dichos de los sabios son como aguijones y como clavos hincados profundamente, y estos dichos nos ha dado el único Pastor, mediante la enseñanza de los maestros.

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LlamaPastor a Dios. Se refiere además a quien recopilólas enseñanzas del libro.

[12] Tú, hijo mío, no tienes que buscar cosa mejor que las dichas verdades. Los libros se van multiplicando sin término y la continua meditación del ánimo es tormento del cuerpo.

[13] Ahora oigamos todos juntos el fin y compendio de este sermón: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre;

[14] y acordémonos que hará Dios dar cuenta en su juicio de todas las faltas y de todo el bien y el mal que se habrá hecho.

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2Co. 5, 10; Job. 9, 28.

Eclesiastés, 12