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Deuteronomio, 8


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[1] Haz todo lo posible por cumplir exactamente los mandamientos que hoy te ordeno, para que podáis vivir y multiplicaros, y entrar en posesión de la tierra que prometió el Señor con juramento a vuestros padres.

[2] Y acuérdate de todos los caminos por donde te ha conducido el Señor Dios tuyo en el desierto por espacio de cuarenta años, con el fin de atribularte y probarte, para que se descubriesen las intenciones de tu ánimo, si estabas o no en guardar sus mandamientos.

[3] Te afligió con hambre y te dio el maná, manjar que no conocías tú, ni tus padres, para mostrarte que el hombre no vive de solo pan, sino de cualquier cosa que Dios dispusiere.

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Mt. 4, 4; Lc. 4, 4.

[4] Hace ya cuarenta años que vas de viaje, y con todo, ni el vestido con que te cubres se ha gastado por viejo, ni tu pie se ha lastimado, ni roto tu calzado;

[5] para que recapacites en tu corazón, que del mismo modo que un padre corrige e instruye a su hijo, así te ha corregido e instruido a ti el Señor Dios tuyo,

[6] con el fin de que guardes sus mandamientos, y andes por sus caminos, y lo temas.

[7] Porque el Señor tu Dios va a introducirte en esa tierra buena, tierra llena de arroyos, y de estanques, y de fuentes; en cuyos campos y montes brotan manantiales perennes de aguas;

[8] tierra de trigo y cebada, y de viñas; en la que nacen higueras, y granados y olivos: tierra de aceite y de miel;

[9] donde sin escasez ninguna comerás el pan y gozarás en abundancia de todos los bienes; en cuyas piedras o peñas hallarás el hierro; y mucho cobre y metal en sus montes:

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Tierra abundante en metales. Del monte Líbano se dice que es rico en hierro y cobre.

[10] a fin de que cuando hubieres comido y te hubieres saciado, bendigas al Señor Dios tuyo por la bonísima tierra que te dio.

[11] Está alerta, y guárdate de no olvidarte jamás del Señor Dios tuyo, ni de dejar de observar sus mandamientos y leyes, y ceremonias que hoy te prescribo:

[12] no sea que después de haber comido, y haberte saciado, y de haber fabricado bellas casas, y morado en ellas,

[13] y adquirido vacadas y rebaños de ovejas, y gran caudal de plata y de oro, y de todas las cosas,

[14] se engría tu corazón, y eches en olvido a tu Señor Dios que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud,

[15] y que ha sido tu conductor por el vasto y espantoso desierto, donde había serpientes que abrasaban con su aliento, y escorpiones y dípsades, sin que tuvieses una gota de agua: la cual te la hizo salir a chorros de una piedra durísima:

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Víboras, llamadas así en griego por la sed insaciable que causa su mordedura.

[16] y te alimentó en el desierto con el maná manjar desconocido de tus padres: y después de haberte afligido y probado, al fin se compadeció de ti;

[17] pero no antes, para que no dijeras en tu corazón: Mi fuerza y la robustez de mi brazo me granjearon todas estas cosas;

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El Señor no abandona a los que confían en él; pero abate y humilla a los que creen en su propia virtud y fuerzas. Jdt 6.

[18] sino para que te acuerdes del Señor Dios tuyo por haberte él mismo dado fuerzas, a fin de cumplir así su pacto que juró con tus padres, como se ve en el presente día.

[19] Mas si olvidado de tu Dios y Señor, te fueres en pos de dioses ajenos, y les rindieres culto y adoración, mira que desde ahora te protesto que perecerás sin remedio.

[20] Como las naciones que deshizo el Señor a tu entrada, del mismo modo pereceréis vosotros si fuereis desobedientes a la voz del Señor Dios vuestro.

Deuteronomio, 8