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Hechos, 9


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[1] Mas Saulo, que todavía no respiraba sino amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al príncipe de los sacerdotes,

[2] y le pidió cartas para Damasco, dirigidas a las sinagogas, para traer presos a Jerusalén a cuantos hombres y mujeres hallase de esta profesión o escuela de Jesús .

[3] Caminando, pues, a Damasco, ya se acercaba a esta ciudad, cuando de repente le cercó de resplandor una luz del cielo.

[4] Y cayendo en tierra asombrado oyó una voz que le decía: ¡Saulo, Saulo!, ¿por qué me persigues?

[5] Y él respondió: ¿Quién eres tú, Señor? Y el Señor le dijo: Yo soy Jesús , a quien tú persigues: dura cosa es para ti el dar coces contra el aguijón.

[6] El entonces, temblando y despavorido, dijo: Señor, ¿qué quieres que haga?

[7] Y el Señor le respondió: Levántate y entra en la ciudad, donde se te dirá lo que debes hacer. Los que venían acompañándole estaban asombrados, oyendo sonidos de voz, pero sin ver a nadie.

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Act. 22, 10.

[8] Se levantó Saulo de la tierra, y aunque tenía abiertos los ojos, nada veía. Por lo cual llevándole de la mano le metieron en Damasco.

[9] Aquí se mantuvo tres días privado de la vista, y sin comer ni beber.

[10] Estaba a la sazón en Damasco un discípulo llamado Ananías, al cual dijo el Señor en una visión: ¡Ananías! Y él respondió: Aquí me tenéis, Señor.

[11] Levántate, le dijo el Señor, y ve a la calle llamada Recta; y busca en casa de Judas a un hombre de Tarso, llamado Saulo, que ahora está en oración.

[12] (Y en este mismo tiempo, veía Saulo en una visión a un hombre llamado Ananías, que entraba y le imponía las manos para que recobrase la vista).

[13] Respondió Ananías: Señor, he oído decir a muchos que este hombre ha hecho grandes daños a tus santos en Jerusalén .

[14] Y aun aquí está con poderes de los príncipes de los sacerdotes para prender a todos los que invocan tu Nombre.

[15] Ve a encontrarlo, le dijo el Señor, que ese mismo es ya un instrumento elegido por mí para llevar mi Nombre y anunciarlo delante de todas las naciones, y de los reyes, y de los hijos de Israel.

[16] Y yo le haré ver cuántos trabajos tendrá que padecer por mi Nombre.

[17] Marchó, pues, Ananías, y entró en la casa, e imponiéndole las manos, le dijo: ¡Saulo, hermano mío!, el Señor Jesús , que se te apareció en el camino que traías, me ha enviado para que recobres la vista, y quedes lleno del Espíritu Santo.

[18] Al momento cayeron de sus ojos unas como escamas, y recobró la vista; y levantándose fue bautizado.

[19] Y habiendo tomado después alimento, recobró sus fuerzas. Estuvo algunos días con los discípulos que habitaban en Damasco;

[20] y desde luego empezó a predicar en las sinagogas a Jesús , afirmando que éste era el Hijo de Dios.

[21] Todos los que le oían estaban pasmados, y decían: ¿Pues no es éste aquel mismo que con tanto furor perseguía en Jerusalén a los que invocaban este Nombre, y que vino acá de propósito para conducirlos presos a los príncipes de los sacerdotes?

[22] Saulo cobraba cada día nuevo vigor y esfuerzo, y confundía a los judíos que habitaban en Damasco, demostrándoles que Jesús era el Cristo .

[23] Mucho tiempo después, los judíos se conjuraron para quitarle la vida.

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Pablo estuvo en Arabia tres años, volvió a Damasco y continuó predicando la fe de Jesucristo. Gl. 1, 17.

[24] Fue advertido Saulo de sus acechanzas; y ellos a fin de salir con el intento de matarle, tenían puestos centinelas día y noche a las puertas.

[25] En vista de lo cual los discípulos, tomándole una noche, le descolgaron por el muro metido en un serón.

[26] Así que llegó a Jerusalén , procuraba unirse con los discípulos, mas todos se temían de él, no creyendo que fuese discípulo;

[27] hasta tanto, que Bernabé, tomándole consigo, le llevó a los apóstoles, y les contó cómo el Señor se le había aparecido en el camino, y las palabras que le había dicho, y con cuánta firmeza había procedido en Damasco, predicando con libertad en el Nombre de Jesús .

[28] Con eso andaba y vivía con ellos en Jerusalén , y predicaba con grande ánimo y libertad en el nombre del Señor.

[29] Conversaba también con los de otras naciones, y disputaba con los judíos griegos; pero éstos, confundidos, buscaban medio para matarle.

[30] Lo que sabido por los hermanos le condujeron a Cesarea, y de allí le enviaron a Tarso.

[31] La Iglesia entretanto gozaba de paz por toda la Judea, y Galilea, y Samaria, e iba estableciéndose o perfeccionándose, procediendo en el temor del Señor, y llena de los consuelos del Espíritu Santo.

[32] Sucedió por entonces, que visitando Pedro a todos los discípulos, vino así mismo a los santos o fieles que moraban en Lidda.

[33] Aquí halló a un hombre llamado Eneas, que hacía ocho años que estaba postrado en una cama, por estar paralítico.

[34] Le dijo Pedro: Eneas, el Señor Jesucristo te cura: levántate, y hazte tú mismo la cama. Y al momento se levantó.

[35] Todos los que habitaban en Lidda y en Sarona le vieron; y se convirtieron al Señor.

[36] Había también en Jope entre los discípulos una mujer llamada Tabita, que traducido al griego es lo mismo que Dorcas. Estaba ésta enriquecida de buenas obras y de las limosnas que hacía.

[37] Mas acaeció en aquellos días que cayendo enferma, murió. Y lavado su cadáver, la pusieron de cuerpo presente en un aposento alto.

[38] Como Lidda está cerca de Jope, oyendo los discípulos que Pedro estaba allí, le enviaron dos mensajeros, suplicándole que sin detención pasase a verlos.

[39] Se puso luego Pedro en camino con ellos. Llegado que fue, le condujeron al aposento alto, y se halló rodeado de todas las viudas, que llorando le mostraban las túnicas y los vestidos que Dorcas les hacía.

[40] Entonces Pedro, habiendo hecho salir a toda la gente, poniéndose de rodillas, hizo oración, y vuelto al cadáver, dijo: Tabita, levántate. Al instante abrió ella los ojos, y viendo a Pedro se incorporó.

[41] El cual, dándole la mano, la puso en pie. Y llamando a los santos, o fieles, y a las viudas, se la entregó viva.

[42] Lo que fue notorio en toda la ciudad de Jope; por cuyo motivo muchos creyeron en el Señor.

[43] Con eso Pedro se hubo de detener muchos días en Jope, hospedado en casa de cierto Simón curtidor.

Hechos, 9