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II Samuel, 1


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[1] Muerto Saúl, hacía ya dos días que David se hallaba en Siceleg, de vuelta de la derrota de los amalecitas,

[2] cuando al tercer día compareció un hombre que venía del campamento de Saúl, rasgados sus vestidos y cubierta de polvo su cabeza; y acercándose a David, se postró sobre su rostro, haciéndole una profunda reverencia.

[3] Le preguntó David: ¿De dónde vienes? He podido escapar, de los campamentos de Israel.

[4] Le dijo David: ¿Pues qué ha sucedido?, decláramelo. Se trabó la batalla, respondió él, ha echado a huir la tropa, han quedado tendidos muchos en el campo, y hasta Saúl y su hijo Jonatás han perecido.

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La versión de la muerte de Saúl es diferente a la ya presentada. 2Sm. 31, 1-13.

[5] Dijo David al joven que le daba esta nueva: ¿Cómo sabes tú que han muerto Saúl y Jonatás, su hijo?

[6] Le respondió aquel mozo: Llegué yo casualmente al monte Gelboé, al tiempo que Saúl se había arrojado sobre la punta de su lanza; y cuando ya los carros de guerra y la caballería del enemigo se le acercaban,

[7] volviéndose entonces a mirar atrás, y viéndome, me llamó. Y habiéndole respondido yo: Estoy a tu mandar;

[8] me preguntó: ¿Quién eres tú? Le dije: Soy un amalecita.

[9] Ponte sobre mí, dijo él, y mátame porque estoy ya en la agonía, y no acaba de salir mi alma.

[10] Por lo que poniéndome sobre él lo acabé de matar; bien cierto de que no podría sobrevivir después de tal desastre. Tome la diadema de su cabeza y el brazalete de su brazo, y te lo traigo a ti, que eres mi señor.

[11] Al punto David asió sus vestidos, y los rasgó, haciendo lo mismo cuantos le acompañaban.

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Son las señales de duelo que se suponen sinceras.

[12] Y plañeron y lloraron, y ayunaron hasta la tarde por amor de Saúl y de Jonatás, su hijo, y del pueblo del Señor, y de la casa de Israel, porque habían sido pasados a cuchillo.

[13] Dijo después David al joven que había traído la noticia: ¿De dónde eres tú? Soy hijo, respondió de un hombre extranjero, amalecita.

[14] Le replicó David: Pues, ¿cómo has osado levantar tu mano para matar a un ungido del Señor?

[15] Y llamando a uno de sus soldados, le dijo: Arrójate sobre ese hombre, y mátalo. En efecto, se echó sobre él, y lo hirió, y lo mató;

[16] diciendo David al mismo tiempo: A nadie sino a ti mismo se impute tu muerte, porque tu propia boca ha dado testimonio contra ti, con haber dicho: Yo maté al ungido del Señor.

[17] Entonces fue cuando David compuso el siguiente cántico fúnebre sobre la muerte de Saúl y de su hijo Jonatás:

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Este poema es un poco confuso en el texto original. La elegía por los caídos se considera una composición genuina de David y muestra la perfección de la poesía israelita en una época muy antigua.

[18] Cántico llamado del Arco, que mandó a que se enseñase a los hijos de Judá, como está escrito en el Libro de los Justos. Dijo, pues, así: Considera, oh Israel, quiénes son los que fueron heridos y perdieron la vida sobre tus colinas.

[19] La flor de Israel ha perecido sobre tus montañas. ¡Cómo han sido muertos esos campeones!

[20] ¡Ah! No sea contada en Get esta nueva; no sea contada en las plazas de Ascalón; para que no hagan fiestas por ellas las hijas de los filisteos, para que no salten de gozo las hijas de los incircuncisos.

[21] Montes de Gelboé, ni el rocío ni la lluvia caigan ya jamás sobre vosotros; ni campos haya de donde sacar la ofrenda de las primicias; puesto que allí es donde fue arrojado por el suelo el escudo de los fuertes, el escudo de Saúl, como si no hubiese sido ungido rey con el óleo santo.

[22] Nunca disparó flecha Jonatás que no se tiñera en sangre de los heridos; que no clavara en las entrañas de los valientes. Jamás dio golpe en vano la espada de Saúl.

[23] Saúl y Jonatás, amables y gloriosos durante su vida, más ligeros que las águilas, más fuertes que los leones, han sido inseparables hasta la muerte.

[24] Llorad, pues, oh hijas de Israel, llorad sobre Saúl, que os adornaba con delicados ropajes de grana; y os daba joyeles de oro para engalanaros.

[25] Mas, ¿cómo es, que así hayan los valientes perecido en el combate? ¿Cómo es, ¡oh montes de Gelboé!, que Jonatás ha sido muerto en vuestras alturas?

[26] ¡Oh, hermano mío Jonatás!, gallardo sobremanera, y digno de ser amado más que la más amable doncella, yo lloro por ti. Del modo que una madre ama a un hijo único que tiene, así te amaba yo.

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David expresa de manera conmovedora y sincera su amistad con Jonatás.

[27] ¡Cómo han caído esos valientes, y se han perdido las armas con que peleaban!

II Samuel, 1